jueves, 27 de septiembre de 2007

Bichito 009

Excepción a la Ley de Fitts



Hoy aprendí sobre la Ley de Fitts, la cual establece que cuando movemos las manos para tocar o señalar algo, los objetivos que son más pequeños o están más lejos necesitan más tiempo para ser alcanzados.

Pero eso no funciona con nosotros Bichito, nuestras sesiones de amor son una excepción a esa ley. Cuando el universo se confabula para que tengamos un encuentro, no importan las distancias, las posiciones, el tiempo: todo ley física o ergonómica queda anulada gracias a nuestro acto de amor y de pasión.

En ese mágico momento el objetivo más pequeño y más alejado de mis manos, de mis dedos, de mi lengua es alcanzado sin importar cuan distante, oculto o resguardado esté, en un tiempo que se vuelve infinito y, a la vez, tiende a cero.

De acuerdo


Esta imagen me llegó como parte de una presentación de pagüerpoin, creo que es lo único rescatable.

Por cierto, coincido totalmente con la invitación del bebé.

sábado, 8 de septiembre de 2007

Subespecies: Los Camélidos

Los Camélidos

Hasta hora sólo he hablado de subespecies que habitan en el transporte subterráneo (con sus superficiales excepciones) de la Ciudad de México, aunque casi juraría que algunos individuos de estos grupos en estudio han emigrado a otros medios de transporte: los microbuses, los autobuses foráneos (guajoloteros en lenguaje culto) y hasta el moderno Metrobús.

Procedamos. Hace poco, comentando sobre esta gustada sección, Jorge López me preguntó que si incluiría a cierto tipo de animales semisalvajes que abarrotan el transporte público: los camélidos.

Esta variedad se ha multiplicado en todo el mundo gracias a la moda de llevar a cuestas cuanta madre quepa en una mochila (backpack). Recuerdo que desde el principio de los 90s ya pululaban en todos los centros vacacionales. Las mochilas que se llevan a la espalda fueron pensadas para transportar la comida, ropa, trastes, municiones, cerillos y hasta la tienda de campaña, es decir todo lo necesario para una guerra (de aquellas cuerpo a cuerpo, en las que se podían observar las cara del enemigo) o al menos un campamento en medio de un tupido bosque alejado de una conexión WiFi.

En esas épocas si se justificaba la mochila. No existía una mejor manera de llevar los artículos de los cuales dependía la vida del valiente explorador o del aguerrido militar.

Las mochilas ya no son lo que eran. Ahora transportan artículos que rara vez se utilizan, que son más que prescindibles y que cuando logran salir de ahí lo hacen en condiciones tan extremas que su destino suele ser el bote de la basura.

¿Qué trae un camélido en ese bulto tan poco estético? Mis investigaciones han dado como resultado esta lista, seguramente incompleta:

  • Un libro de ciencia ficción, que frecuentemente ya fue leído por el animal de carga.
  • De dos a diez discos compactos con música variadita: La Ley, K-Paz de la Sierra, Café Tacuba, U2, etc. La probabilidad de que sean piratas resultó ser del 72.3%
  • Un cuaderno marca Escribe rayado, con pocas hojas útiles. El estado de las tapas y los dobleces en los bordes indican que entró a la mochila el primer día en que fue adquirida y nunca más ha vuelto a ser usado.
  • Dos cassetes con música de banda o de los 70s. Nadie me pudo explicar su origen.
  • Un mouse inservible o unos audifónos incompletos.
  • Un DVD rentado en Blockbuster, el cual debería haberse regresado hace 5 meses. Suele ser de una película de acción, pero en dos ocasiones encontré copias de la película PI.
  • Un sobrecito con tres preservativos del Dr. Simi, caducados en 2005.
  • Los restos de algo que fue un paquete de bolsillo de pañuelos desechables.
  • Una copia del Baldor o las memorias del Che en fotocopias.
  • Una bolsa de plástico, con restos de pan de caja, pedazos de servilleta y olor a jamón de diez pesos los 200 gramos. Se detectaron trazas de jitomate, lechuga y jalapeño.
  • Una botella vacía de Gatorade.
  • Una botella de agua de 2 litros, con solo 120 ml de un líquido turbio con restos de ¿pan?
  • Una memoria USB de 64 MB y una de 1 GB. Ambas llenas de música pirata y fotos de mujeres desnudas.
  • Una distribución de Linux en un CD.
  • Una comic totalmente arrugado pero dentro de su empaque original.
  • Folletos tomados del área de cajas de Bancomer y Banamex, junto a propaganda de salones de belleza, escuelas de cómputo patito y quiropedistas.
  • Dos bolígrafos Bic, sin tinta.
  • Paquetes de chicles, pastillas de menta o paletas baratas.
  • Un diario de hace una semana.
  • Una envoltura de galletas Emperador.


Para cualquier estudioso de la etología es claro que el portar tal cantidad y diversidad de objetos en la espalda, para ir de Ecatepec a Naucalpan, es una muestra de inseguridad, desorden y falta de pulcritud. ¿Quién puede necesitar el Baldor en una travesía en de la estación Indios Verdes a la estación Hidalgo, en un vagón atestado, a las 6:45 de la mañana y, sobre todo, sin haber concluído la secudaria? ¿Un mouse descompuesto salvaría la vida de alguien en caso de que el metro se detuviera más de 20 minutos entre Potrero y Tlatelolco? ¿No es más fácil tener en el la mesa del taller o en el escritorio una botella de gua fresca y limpia?

Pero todo lo anterior no es lo que más detesto de esta subespecie. El portar chingaderas por toda la ciudad es parte de las libertades que conquistaron nuestroe héroes. No, lo que me hace poner verde es subirme a las 9:15 AM a un Metrobús en la estación Revolución y encontrar que la mitad del espacio está ocupado por las mochilas de estos especímenes. ¿Quién, con una cantidad de neuronas útiles igual a la media nacional, puede pretender entrar al metro o al Metrobús con la mochila puesta en la espalda? No solo ocupan el escaso espacio disponible, además sus barrocas espaldad se enredan, enganchan y atoran con todo lo que tocan.

Algunos etólogos asocian ese comportamiento con el trauma de haber llevado a la escuela primaria, durante seis años y en su tierna infancia, una inmensa cantidad de utiles escolares: libros de texto, cuadernos, juegos de geometría y cajas de lápices de colores, muchos de los cuales nunca usó en el aula.

Otros explican esta desviación por medio del síndrome que denominan el mexicano que se va y se va y ni se ha ido. Esta teoría hace alusión al concepto de la familia muégano: los hijos deberían irse de casa a los 18 años o al empezar a trabajar o al casarse o, simplemente, cuando vivan en el mismo cuarto más de 12 personas, ¡pero la gran mayoría no lo hace! Así que, cada mañana, estos animalitos del Señor, de manera inconsciente, se preparan para dejar a su madre y a su familia, cargan con lo necesario y salen al mundo ... que se encuentra a 30 minutos en metro. Finalmente regresan al anochecer al seno familiar, con la mochila llena de pedazos, restos, migajas de su vida misma.

Algún investigador me ha referido, con los ojos humedecidos, que el 93.6% de los chilangos tenemos algo de camélidos:

-- Nomás revise sus bolsillos, su portafolios o la cartera. O échele un ojo al bolso de cualquier dama, aunque ahí a patología es más cabrona. Los chilangos, los mexicanos, nunca nos acabamos de ir, por la Virgencita de Guadalupe que es esto que le digo es cierto.

sábado, 1 de septiembre de 2007

Bichito 008

Serrat, Serrat:

De vez en cuando la vida
se nos brinda en cueros
y nos regala un sueño
tan escurridizo
que hay que andarlo de puntillas
por no romper el hechizo.


¿Habrá manera de fijar los sueños, de colocarlos con alfileres en una caja de vidrio?

¿Sueños que resistan el trote de un ejército junto a sus orejas?

¿Sueños inmunes a los madrazos de todos los días, a las frustaciones, a los sinsabores?

¿Sueños que sueñen con dejar de serlo?

Un dia en la vida (más bien dos)

Después de varios dias sin poder hacerlo, por exceso de trabajo, al fin encuentro un tiempo para escribir.

Ayer celebramos en el Covadonga el cumpleaños de Jorge López. Aunque fue casi la mitad de los invitados nos divertimos bastante. Llegó gente que no veía desde hace mucho tiempo: Daniel Ceballos y Jonathan. Daniel llevó a su novia, una chica que conoció en CANACINTRA.

Estuvieron además Carlos de Llano, Iván (con una amiga), Issac, Alberto Vázquez (el bailarín, no el cantante), Jorge y, obviamente, el del teclado.

La cena estuvo variada y muy sabrosa, como suele estar en el Cova: tortilla española, morcilla, empanada gallega (una delicia rellena de atún), chistorra y pecho de ternera. Todo al centro, para compartir. Me encanta la comida de este lugar, todo lo que he probado me ha dejado más que satisfecho. Sus porciones son grandes y no muy caras (alrededor de $7 USD).

Terminamos jugando a que jugábamos cubilete: no hubo apuestas, solamente tirábamos y veíamos el resultado. Hubiera sido mejor que alguien sacara una lotería o una pirinola de Todos ponen.

Al final Issac me trajo a casa en su auto y acercó a Alberto a la zona en donde vive. Sólo como dato curioso dejo constancia de que Jorge e Iván durmieron juntos. No Comments.

Hoy --es decir el sábado, pues esto lo escribo casi el domingo -- asistí a una comida en la hacienda La Purísima, en Ixtlahuaca, México. Lala, Anita y yo acompañamos a Diego, hijo de Lala, al festejo que se hace después de cada rally. Diego asegura que ocupa el sexto lugar absoluto como piloto de rallies en México. Hoy llegamos a un acuerdo en la sobremesa de la comida: Su equipo colocará una calcomania que diga inteligentes.com.mx, desarrollo de sistemas y nosotros le daremos el hosteo y pondremos un subdominio con la información de su equipo.

Después de la comida regresamos a Metepec, Lala y yo tomamos una breve siesta (30 minutos) en uno de los cuartos de TV de su casa y a las 20:00 horas me llevó a el Paseo Tollocan para que tomara el autobús a la ciudad de México.

A las 21:30 llegué a La Tregua. Había música y poesía con Chucho y Jorge. Cené una baguete y una coca de lata. Me entregaron un CD con música de cello que me prometió la prima de Brenda, el cual escucho ahora que escribo. Desgraciadamente desconozco el autor, el nombre de la obra y los ejecutantes (parece un concierto para piano y cello). La musica es muy buena, en cuanto sepa que es lo escribiré.