jueves, 18 de diciembre de 2008

A propósito de la pastilla azul

En una discusión acerca de cumpleaños y pastillas azules, Nabor Garrido, miembro de PCM, nos recordó este profundo (bueno, esa es la intención) pensamiento acerca de la vitalidad masculina:

Si la vitalità è grande e tutto va bene...
Avanti con il pene.
Ma, si la situazzione e dificile e la forza mengua...
Avanti con la lingua.
Si questa posizione si torna imposibile e tutto intento inhumano...
Avanti con la mano.
Ma, si niente funziona... e tutto e´nullo...
Avanti con il culo.
Ma, Avanti... ¡¡¡sempre Avanti!!! che questo è lo importante

martes, 2 de diciembre de 2008

Cantinero soy tuitero, 2008. El Evento.

Se suspende el evento por motivos varios. Usted disculpe.
Pues sucede que José Luis Chiquete y yo hemos decidido organizar una reunión cantinera para que nos reunamos los tuiteros a desernos Feliz Navidad y ese tipo de cosas que se acostumbran en esta época:

Todos están invitados, nomás confirmen.

Fecha: jueves, 11 de diciembre de 2008
Hora: 20:00 - 23:00
Ubicación: Cantina Salón París
Jaime Torres Bodet 152, Col. Sta. María La Ribera
Mexico City, Mexico

Información de contacto
Teléfono:01(55)5207-1672
Correo electrónico: randrade@inteligentes.com.mx

Información sobre la cantina:http://www.centropyme.info/salonparis

jueves, 27 de noviembre de 2008

Oscuridad

Oscuridad

A Carlos Fuentes, en sus 80 años de vida.

I

La profesión de meretriz no es fácil. La oscuridad era total. No veía lo que había junto a mi y eso me causaba una gran inseguridad. Sólo recuerdo un tocador con una inmensa luna, un buró a mi derecha, unas pesadas cortinas y un taburete a los pies de la cama. Creo que las sábanas eran de algo más suave que el algodón, ¿lino? Nunca había estado en una cama tan confortable. No distinguía ningún olor, ni bueno ni malo. Sentía algo de frío. Mis pezones estaban erguidos, no los veía pero los podía sentir.

Esperaba que eso acabara pronto, me sentía muy incómoda estando desnuda en una recámara que vi solamente unos segundos al entrar a ese cuarto, y en una cama nueva para mi. Mis pies se enfriaban muy pronto. A veces el frío sube hasta el centro de mi corazón, pensé en ese momento. Calma, pronto llegará él. ¿Por qué la oscuridad? ¿Será alguien muy conocido? ¿O muy feo? ¿O su perversión es hacerlo a oscuras, sin ver a su víctima? ¿sin conocerla?

Siempre que estoy a punto de conocer a un cliente me aterro, una puede esperar casi cualquier cosa: un anciano, una inmensa barriga, una desagradable calvicie, una cara poco agraciada, unos labios respulsivos. Pero esa situación era la peor a la que me había enfrentado. La nada. No podría ver a quien contrató mis servicios sexuales.

La habitación se iluminó por unos segundos, volteé hacia la puerta pero un fuerte haz de luz solo me permitió ver la figura de un hombre enfundado en algo parecido a una bata. La puerta se cerró y escuché que el hombre se quitó la prenda, se sentó al borde de la cama king size. Su voz sonó, grave, profunda:

-- Hola, mi nombre es Amadeus. ¿Cómo te llamas tú?

-- ¿Amadeus? Ja, entonces yo me llamo Carmen, la de la ópera.

-- Ja, ja. Es en serio, ese es mi nombre. OK, serás Carmen, la de Bizet.

No sabía quién diablos era Bizet, pero me apenaba preguntarle. Me sonaba a escritor italiano o a un pan europeo.

-- Oye, ¿te puedo preguntar algo?

-- Si, puedes preguntar lo que quieras pero no te aseguro que tendrás una respuesta.

-- ¡Que carácter! OK, ¿por qué estamos a oscuras?

-- Eso si te lo puedo responder: porque así me siento más cómodo.

-- No bromees, eso no me dice nada.

-- Pues lo siento, así que se acaban las preguntas. Viniste a otra cosa, no a cuestionar mis gustos. ¿Está claro ... Carmen? -- lo dijo con neutralidad, casi veía su sonrisa. Me empezaba a caer bien el cuate con nombre de compositor.

Se acercó, sin tocarme. Se puso a mi lado, a lo largo. Cada vez me sentía más incómoda. Los dos mil pesos que me pagarían por el servicio se me hacían poca cosa para las cosas que tenía que soportar. Mil preguntas seguían llegando a mi cabeza, pero no estaba autorizada a resolverlas. Estaba ahí para ser usada, para satisfacer los deseos de mi cliente. Un cliente al cual no le podía ver el cuerpo, sin cara visible; nunca me había dado cuenta de lo importante que era verle el rostro a quien haría uso de mí, de mi intimidad.

Sentí un dedo a unos centímetros de mi seno izquierdo, luego otro muy cerca de mi ombligo. Su pie, frío, hizo contacto con uno de los mios. Entendí: estaba reconociendo el terreno, preparando el ataque.

Algo rozó mi pezón izquierdo. Primero sentí escalofrío, luego, al tratar de adivinar que había sido, excitación.

Otra vez el toque, ahora en el pezón derecho. Era la palma de su mano, sutil, tibia ya, apenas acariciando una de las partes más sensible de mi cuerpo. Mis pezones empezaron a crecer, algo que no deberían hacer en sesiones de trabajo.

Sentí algo duro, húmedo en la proximidad de mi cintura. Sí, ya estaba excitado y ya estaba más cerca de mi.

Detecté su olor. Traía una loción fresca, muy ligera. Su calor empezaba a llegar a mi piel. El calor que las mujeres solas extrañamos tanto en las noches frías, lo primero que extrañamos cuando nos abandonan.

-- Gírate. Ponte boca abajo. Separa un poco las manos de tu cuerpo -- fue más bien una sugerencia que una orden. ¡Qué manera tan especial de pedir las cosas! Me hacía sentir que eso era lo que yo quería hacer. Me empezaba a gustar su trato.

Me coloqué como me lo había pedido y se puso de rodillas a mi lado. Sentí primero sus manos en mi cabello. Lo tocó como para saber si era lacio u ondulado, para conocer su largo y su volumen. Toco mi cuello, su longitud, su diámetro.

-- Tienes un bello cuello, de emperatriz -- murmuró muy cerca de mi nuca.

Se entretuvo más tiempo en mi espalda. Primero pasó las yemas de los dedos por toda ella, desde el cuello y hasta el inicio de las nalgas. Mis vellos se erizaron, los acarició con la palma de la mano descubriendo las zonas en donde era más abundante. La curva de mi cintura lo entusiasmó: sentí como aumentaba la presión de su instrumento en mi costado al tocar esa zona. Su humedad también iba en aumento. Pasó las manos a lo largo de mi costado, desde mis axilas y hasta mis caderas. Está mal que lo diga, pero mi cintura es breve y mis caderas amplias, generosas.

Algo me hizo brincar. Fue como una descarga. Fue un besó en la espalda, en el centro, a la altura de la cintura. Casi grité. Luego su lengua subió por mi columna, dejando un trazo húmedo que al evaporarse me hacía sentir cosas inéditas.

El sentir su aliento en mi cuello, cerca de mis orejas, me llevó al siguiente nivel de excitación. Deseaba ver su rostro, apreciar las manos que me hacían sentir tan femenina.

Ya deseaba sentir su cuerpo pegado al mío, su calor, pero parecía que el no tenía prisa.

Me pidió con voz muy baja que me girara, que quedara boca arriba.

-- Además abre las piernas, poco, muy poco.

Ya ansiaba saber que iba a seguir. Ya mis brazos querían abrazarlo, mis labios besarlo, mis piernas apresarlo. Pero el llevaba todo con calma, una tensa calma que me empezaba a desesperar.

Se sentó en mi vientre. Sentí su sexo húmedo, tenso descansar arriba de mi ombligo. Otra vez odié la oscuridad. Era terrible no poder verlo en ese momento, observar en su cara los efectos que le causaba el estar sobre mi, el hecho haber tocado mi cuerpo, mi obediencia ciega.

Tomó cada uno de mis pezones con sus dedos, con ligereza. Su crecimiento repentino fue muy obvio, el sabía que me estaba excitando, sabía usar esas grandes manos. Se agachó sobre mí y, finalmente, besó mis labios con cierta brusquedad. Su lengua invadió mi boca, no tuvo resistencia. Sus labios eran gruesos, inquietos, expertos.

Se levantó y se recostó junto a mí.

-- Híncate junto a mi, cerca de mi pecho. -- Lo hice, cuidando de no llegar al borde de la cama. La oscuridad seguía siendo total. Una boca de lobo, como dicen en la tele.

-- Bien. Ahora pasa tus pezones, sólo tus pezones, por mi pecho, mi cara, mi boca.

Nunca me habían pedido eso.

Acerqué mis senos a su pecho hasta que mis pezones hicieron contacto con su pecho. Era electrizante. Al recorrer su piel con esa parte tan sensible de mi cuerpo, solamente intuyendo en dónde se efectuaba el contacto, me producía un inmenso placer.

Llegué a su cara. Al tocar apenas sus labios una boca presurosa apretó uno de mis pezones, el cual fue succionado con maestría, con calma pero con firmeza. Separé el pezón de su boca y lo llevé a sus ojos, a su frente; de nuevo a su boca a su pecho. El juego me gustaba, me encantaba.

Él tocaba de vez en cuando mi cuerpo, de una manera vaporosa, casi aleatoria. Sorprendiéndome al brincar a zonas diferentes, a sensaciones diversas, únicas.

-- Penétrame, ¡ahora mismo!-- mi propia voz me pareció ajena. No recuerdo que mi cerebro haya dado esa orden. Mi cuerpo actuaba de manera independiente, sin las trabas de la razón.

-- No, claro que no, será cuando yo quiera, cuando yo lo desee. Tu estás aquí para darme placer a mí, no lo olvides.

-- ¡Olvida tu pinche dinero! ¡No me pagues pero penétrame ahora! -- grité furiosa.

Tomó repentinamente mi cara y mordió mi labio inferior tratando de callarme. Lo logró. Quería seguir besándolo toda la noche, toda la vida, toda mi vida.

Se levantó y me tiró sobre las suaves sábanas. Tomó mis manos, las abrió hasta hacerme quedar en cruz. Me besó la cara, el cuello. Bajó despacio a mis senos, siempre tomando mis manos. Los besó en toda su circunferencia, desde los más externo y rumbo a mis pezones, su labios educados seguían una trayectoria en espiral, eterna, hacia mis pezones que estallarían en cualquier momento.

Llegó a ellos. Los tocó suavemente con su lengua, los succionó, los mordisqueó, los volvió a succionar. Soltó mis manos, que ya acariciaban su pelo, sugiriendo el lugar, induciendo el ritmo y acariciando a quien me hacia sentir mujer.

Sus labios bajaron hacia mi vientre. ¿Lo haría? Sus dedos dibujaron mi silueta, mi breve cintura, mis caderas, mis piernas. Su boca se detuvo muy cerca de mi sexo.

Me ordenó que me pusiera de rodillas, que le diera la espalda, que me inclinara hacia adelante.

Me acarició las caderas, las nalgas. Pasó un dedo por toda mi columna, de nuevo. Yo sentía que se me erizaban cada uno de mis vellos de la espalda.

Me penetró por detrás, lenta y largamente. Buen tamaño el suyo. Primero se movió con suavidad, luego con furia, con coraje. Yo alcancé el primer orgasmo casi al instante, el de él tardo menos de cinco minutos, el primero.

Siguió por quince minutos más, alternando la velocidad, el ritmo, sobando, acariciando cada parte de mi cuerpo que alcanzaba con sus largos manos.

Nadie, nunca, me había hecho el amor así. No sabía si era atractivo o no. Su cuerpo parecía atlético, pero no tenía suficiente información para asegurarlo. No supe su edad, ni el color de su piel o el de su pelo.

Solo sabía que deseaba ser poseída por él cada noche, en cada momento, por placer, solo por placer. Podría ir a visitarlo todos los días, en la oscuridad, con luz, en la penumbra. Nada importaba, solo su miembro dentro de mi, sus manos en mis caderas, su lengua en cada centímetro de mi piel que yo quería que supiera que ya era suya.

Tuve otro orgasmo, múltiple, intenso, interminable. Mis gemidos parecían sollozos, que me salían desde las entrañas como una queja por los años sin él, el hombre de la oscuridad.

El terminó por segunda vez. Presionó hasta el fondo, sentí su calor fluido, seguido de un ligero temblor de sus manos en mi cintura. Sus labios dejaron escapar algo parecido al llanto, como un gran grito retenido.

Se dejó caer a mi lado, sin tocarme. Yo me recosté junto a él, respetando su espacio. Me dijo, con la voz descompuesta:

-- ¿Puedes venir mañana a la misma hora?

-- ¡Si! -- exclamé como adolescente enamorada -- Pero ...

-- ¡Sin peros, te pagaré el doble!

Me hubiera gustado ver su cara, su voz no me decía todo lo que quería saber, entendí la importancia de los gestos, del lenguaje corporal.

-- ¡Lo siento, sí hay una condición: no quiero dinero! Vendré por mi propia voluntad.

-- No, no tienes derecho a imponer o cambiar condiciones. Vendrás a hacer tu trabajo, mereces la paga.

-- Si no aceptas que lo haga por mi voluntad y que te pueda ver a la luz del día, entonces olvídalo.

-- ¡Como quieras! ¡Puedo conseguir algo mejor que tu, en cualquier momento!

Se levantó de la cama con agilidad, escuché que se ponía la prenda de vestir que portaba al entrar y sus pasos se dirigieron hacia la puerta, la cual abrió rápidamente. Solo vi su espalda un instante antes de que volviera la oscuridad al cerrarse la puerta.

Quince minutos después se encendieron las luces, un hombre de traje negro, camisa blanca y corbata gris entró. Llevaba mi ropa que había quedado en un vestidor cercano. La depósito sobre la mesa y me mostró tres billetes de mil pesos, mil pesos más del precio pactado, que metió en un sobre que dejó junto a mi tanga.

-- La espero afuera, para que la conduzcan a donde nos indique. -- Me indicó con amabilidad, sin inmutarse por mi desnudez.

Me vestí con calma y pude observar el lujo del lugar. Era muy bello y con un diseño elegante, adecuado para el hombre que me acababa de poseer.

En el transcurso del camino a mi casa intenté hacerle plática al conductor del auto en que viajaba. Cuando le hablaba volteaba a verme y sonreía. No dijo una sola palabra.

II
Hace un momento, después de dos días de mi encuentro con Amadeus, tuve necesidad de dinero y saqué el sobre del cajón de mi ropa interior en donde lo dejé. Realmente no se que me motivó a dejarlo ahí, normalmente lo habría guardado en el archivero de metal, junto con las facturas por pagar.

Junto con los tres mil pesos encontré una tarjeta de presentación a nombre de Amadeus Rivas Santini. En ella ví que realmente es músico, toca el cello. Aparece su teléfono y una dirección electrónica, eso es todo.

En la parte posterior de la tarjeta aparece escrito, con letra clara y elegante, lo siguiente:

"Carmen: tienes que regresar. Nunca nadie me había satisfecho como tú. Te lo ruego. Regresa. Pon tu las condiciones.

Soy ciego, te lo digo para que moderes tus peticiones.

Besos.

Amadeus"

Mañana llamaré.

Seguiré amándolo a oscuras hasta que él decida que ya llegó el momento de que me permita ver su rostro.

Temo enamorarme de una sombra, de una idea.

Sufro al pensar que el nunca podrá ver mi cara de mujer enamorada, ni al mediodía más hermoso e iluminado de esta la región más transparente del aire.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

En horas de oficina

Gracias a @isopixel, uno de mis seguidores en Twitter, supe de los sonetos de Joaquín Sabina.

En la red existen varios sitios en donde pueden encontrarlos en formato digital, este es uno de ellos: http://www.jsabina.net/sonetos.html

En horas de oficina


La sexi star de anonima vagina
folla con la rutina de las putas,
come pollas en hora de oficina,
gana mas en propinas que en minutas.

Se engaña usted si empaña lo que digo,
patrona de las pajas del poeta,
en nombre del deseo te bendigo,
menos tuvo Romeo con Julieta.

¿que seria de mi sin ese culo
que profana la ley del disimulo
conyugal cuando el sexo es un adorno?

Convicto de ascensores sin salida,
duermo mejor despues de una corrida
en los hoteles con canales porno.

Joaquín Sabina
Ciento volando de catorce.
Con un disco compacto que reproduce la voz del poeta leyendo los poemas.
Prólogo Luis García Montero.
142 págs.
ISBN: 84 - 7522 - 967 - 0.

martes, 18 de noviembre de 2008

viernes, 14 de noviembre de 2008

Mauricio-José Schwarz y Paco Ignacio Taibo I

En varias ocasiones he echado mano de los mensajes que mis cuates de PCM intercambian por medio de la red.

Hoy Mauricio-José Schwarz nos regaló un post en memoria de PIT I, el cual merece ser reproducido en este sitio, al cual, además, le da brillo y esplendor.

En realidad hablé poco con él.

Lo conocí porque me hice amigo de su hijo, primero, por la literatura, después por el periodismo y, finalmente, porque compartimos una visión política y social. En casa del hijo, pues, lo conocí y lo hallé de una parte entrañable y de otra un tanto imponente pese a su baja estatura. Tenía un currículum periodístico impresionante y se movía en terrenos tan diversos como el buen fútbol, la mejor cocina y la óptima literatura, además de que representaba la última oleada del exilio español, la de los que toleraron veinte años de sumisión a una dictadura brutal y feroz hasta que consiguieron los recursos necesarios para tomar a la familia y huir, como miles antes, a México.

Un día de 1991, el progresivo deterioro de Excélsior y, sobre todo, la actitud cada vez más insoportable del responsable de la sección de cultura me amargaron demasiado la mañana. Bajé del edificio viejo del periódico por el lado de talleres, saliendo a Bucareli, crucé la calle,
entré al edificio de El Universal, subí a la sección de Cultura y me encontré con las canas rizadas y el bigote siempre hirsuto de Paco Ignacio "El Jefe" Taibo, que me saludó mientras corregía un artículo.

-Oye, Paco, ya no voy a escribir en la cultural de Excélsior.

-Ah.

-¿Cuándo empiezo a colaborar contigo?

-Mañana en la mañana entrégame dos cuartillas.

Realmente fue poco heroico, pero así terminaron 9 años de trabajo en Excélsior, cuyas puertas me abrió otro grande, el maestro Edmundo Valadés, se consumó mi traslado y se iniciaron ocho años escribiendo bajo la discreta, casi invisible batuta de Paco, además de permitirme también estar en El Gráfico, donde mi columna "Piedritas en el buche" llegó a obtener una mención en los premios nacionales de periodismo, en la sección de humor.

En El Universal escribí de lo que quise y cuando quise con varios segundos de a bordo de Paco, especialmente Leo Eduardo Mendoza. Me lo pasaba especialmente bien cuando su hijo Benito estuvo de segundo, porque a veces, cuando nos quedábamos solos, rehacíamos buena parte de la página cultural de acuerdo a nuestros frikis gustos de terror y ciencia ficción.

Cuando Ernesto "El hombrecillo" Zedillo, verdugo de la patria, decidió reescribir la historia nacional como secretario de educación pública, cuando aún ni en nuestras más negras pesadillas imaginábamos que habría que padecerlo como presidente, Paco abrió la puerta para que en cinco
artículos diarios desmontara yo la farsa del libro de texto de 5º de primaria perpetrado por los cobrones habituales de la intelectualidad con tarifa: Aguilar Camín, Leopoldo Zea, Enrique Krauze y demás bichos. Esos artículos acabaron glosados en la revista Cambio 16 México y provocaron que Zedillo me mentara la madre y después me castigara mandándome todos sus discursos a mi casa en un paquete.

Cuando creó el espacio "Cronista de guardia", probablemente el más delicioso cuerpo de relatos periodísticos del México de los 90, Paco Taibo me invitó a poner allí también mi granito de tinta. Mientras, la poca relación que en realidad tuve siempre con él tuvo su contraparte en mi disfrute por leerlo como cronista, como adorador de la buena cocina ("El libro de todos los moles" y "Elogio de la fabada" siguen siendo libros indispensables) y como gran experto del cine mexicano.

Un día decidí lanzarme a vivir a España y a Paco le dio muchísimo gusto, no por otra cosa sino porque venía yo a su tierra natal, Gijón, Asturias, donde lo vi muchas veces en los últimos 9 años. Mi pareja fue su secretaria cuando empezó a perder la vista, para dictarle su Esquina
Baja cuando estaba en Gijón. Escribía, cultivaba amigos que iban desde el recién fallecido poeta Ángel González hasta Sabina o el Yampi. Era de esos raros tipos a los que todo el mundo quería. Incluso siendo inquebrantablemente de izquierda, numerosos personajes de la derecha le guardaban gran cariño. De la derecha honesta, se entiende.

Lo vimos apagarse poco a poco en sus visitas a Gijón. El paseo del brazo de su inseparable Mari Carmen se convirtió en el paseo con bastón y, finalmente, en la silla de ruedas. Su lucidez se apagaba, aunque siempre sonreía. Hace un par de años lo vimos por última vez, y jodía que uno
tuviera que llegar hasta él y avisarle quién era uno, y esperar unos segundos a que reaccionara: "Paco, soy Mauricio"... y se le iluminaba el rostro pero uno nunca sabía si se acordaba o era un mecanismo para no hundirse porque la memoria lo traicionaba.

Se apagó ayer. Como dijeron sus hijos Carlos y Benito, la vida fue justa con él, al menos desde que llegó a México, lejos de la dictadura, y puso una casa en la que más de un refugiado, de Pedro Garfias a Serrat, acabó encontrando comida y charla.

Mi compadre Paco estará jodido, adoraba a su padre, aunque en el vídeo de El Universal se ve entero y realista como es él siempre. Me duele que le duela, pues, pero por lo demás, hace ya un tiempo que El Jefe Taibo estaba en otro lugar, que no sabemos cómo era, pero como Paco sonreía
tanto, seguramente era un buen lugar.

Abrazote de adiós a mi jefe Taibo, con él muere el último director periodístico que tuve que valiera la pena.

Mauricio

Paco Ignacio Taibo I

Ha muerto Paco Ignacio Taibo I, un periodista español, exiliado, que entre sus mejores obras está la de haber procreado a Paco Ignacio Taibo II, uno de mis escritores favoritos.

En una nota sobre su deceso en el diario mexicao El Universal se puede apreciar el tipo de familia que tenía (tiene):

La familia se reservó el lugar donde serán cremados hoy los restos de Paco Ignacio Taibo I así como el lugar donde reposarán las cenizas. “Fue un lugar muy específico y no diré más”, dijo Benito.

Carlos Taibo dijo que una de las últimas rarezas de su padre fue decir que sus cenizas fueran esparcidas en un campo con gallinas. “Vamos a hacer un casting de gallinas”, dijo. La familia decidirá el sitio entre México o Nueva York.


Descanse en paz.

La nota completa en la sección cultural de El Universal.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Algunos datos del conflicto Palestino-Israelí

De acuerdo al sitio http://www.ifamericansknew.org la situación del conflicto entre Palestina e Israel, al cual ya casi nadie pone atención, está completamente desequilibrado.

Como ejemplo veamos este estadístico:

Gráfico de niños muertos por país

123 niños israelíes han sido asesinado por los palestinos y 1,050 niños palestinos han sido asesinados por los israelíes desde el 29 de septiembre de 2000.

Para conocer más datos como este y conocer la fuente de los mismos visita el sitio: http://www.ifamericansknew.org.

viernes, 24 de octubre de 2008

Ofrenda de muertos postmoderna


Me enviaron esta foto de una ingeniosa ofrenda de muertos via PCM. La comparto con ustedes.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Me cago en el amor

Sí Bichito, a veces he pensado que el letrerito en nuestro y comunal cubículo en la UNAM tiene razón:

El amor es un fracaso

martes, 21 de octubre de 2008

Hay prioridades

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lunes, 13 de octubre de 2008

El guarura

Mi jefe salió rabiando, azotó la puerta y me gritó como si yo tuviera la culpa.

-- ¡Hijos de la chingada, que creen que uno no tiene vida propia! ¡En que momento se les ocurre llamarme!

Todavía traía la camisa abierta, el pelo alborotado y la corbata suelta.

-- No te muevas de aquí, te marco en cinco minutos.

Soy Brayan Pérez, su guarura. Él es un alto ejecutivo de la Secretaría de Energía, casado, con dos bellos hijos. El departamento en el que me ordenaba seguir haciendo guardia se lo compró a Lupita, una empleada de la secretaría que, extrañamente, se jubiló recientemente, apenas a sus veintiocho años.

A los poco minutos me llamó el jefe:

-- Esto pendejos me acaban de dar un encargo urgente. Entra y dile a la Lupe que no me espere, que le llamo en un par de días.

-- Si jefe, con todo gusto, pero la Lupe me va a preguntar porqué no le llamó usted, ¡ya ve como se pone!

-- ¡Por eso buey!, ¡si le marco yo no me la voy a acabar! Tu dile que no sabes nada, que es algo urgente. Y te puedes ir a casa después, tomaré un vuelo a Tabasco en una hora. Te llamo al regresar. Si puedes échale un ojo a la pinche Lupe, ai' te la encargo.

-- Si jefe, suerte. No se preocupe por Lupita, yo me hago cargo.

Y vaya que me hice cargo.

En cuanto el jefe despareció por el elevador toqué la puerta, temeroso pues la Lupe es de mecha corta.

-- ¿¡Quién!? --gritó desde los profundo.

-- Yo, Brayan, le tengo un recado del ingeniero.

-- Pasa, está abierto.

Abrí la puerta y casi se me salen los ojos: Lupita me recibió con un negligé rosa, casi desnuda, con un vaso en la mano.

-- Entra, ¿qué nunca habías visto un modelito como este?

-- Si. --respondí aclarándome la garganta -- De hecho yo lo escogí, pero en el maniquí no se veía tan sensual.

-- Pues no tienes mal gusto ... ¿Esteban?

-- No, señora, Brayan, el Brayan, ¿no se acuerda de mi?.

-- Si te recuerdo, de la secretaría, pero no me digas así, antes me decías Lupita, no seas tan formal ahora.

-- Cómo usted lo mande, Lupita.

-- ¡Relájate! ¿Quieres una cuba? Es de ron cubano, te va a gustar.

-- Gracias, Lupita, pero yo solo tomo tequila, derecho, y nunca en horas de trabajo.

-- Okey, me gusta la gente responsable, ¿Para que entraste? ¿Para decirme que otra vez tu jefecito tuvo una emergencia? No soy pendeja, ya se que su querida esposa tiene tino de apache, que lo llama exactamente cuando está acá, conmigo.

-- No, me dice que tiene que ir a Tabasco, a ver algo de unos pozos muy profundos.

-- ¿Pozos profundos? Será el culo de su esposa, ya no sabe que pretextos darme.

-- No Lupita, esta ves es en serio, deveras le habló el secretario --dije al mismo tiempo que me daba cuenta que estaba aceptando que a veces si miente de mi jefe. ¡Pendejo de mi!

-- Okey, pero si ese cabrón va rumbo a Tabasco, eso significa que tu ya no estás trabajando, así que te vas a tomar un tequila conmigo ¿Herradura Reposado está bien?

No podía negarme, eso desataría su ira, así que no tuve más remedio que aceptar:

-- Si, con sangrita, si es que hay.

-- ¿Crees que no iba a haber en la casa de la amante del ingeniero Madariaga? Ahorita te abro una botella de Herradura y una de sangrita de La Viuda.

De repenté me cayó el veinte: estaba a solas con Lupita, ella con una diminuta prenda, preciosa como puta cara, medio borracha y yo que llevaba tres dias de ayuno. ¿Sería capaz de hacerlo?

Mis dudas se disiparon cuando vi a Lupita agachada buscando las botellas en el pequeño bar. Mostraba sus perfectas nalgas en todo su esplendor, el hilo de la tanga se adivinaba solo por el resorte superior. ¡Que volumen! Nunca en mi vida había poseído algo así de redondo y terso.

De repente caí en cuenta que me decía algo que no entedía.

-- Lupita, no te entiendo, ¿qué dices? -- empecé a tutearla para ir rompiendo el hielo.

-- Que te acerques que no encuentro la sangrita, ayúdema a buscarla.

En la madre, no sabía que hacer. La vista era inmejorable desde donde estaba y además temía su cercanía. ¿Qué tal si en su semiembriaguez ni recordaba que solo traía puestas dos prendas íntimas? ¿Qué tal si yo estaba simplemente imaginándome cosas? ¿Qué tal si ...?

-- ¡Ya deja de verme las nalgas y ven a ayudarme! --gritó sacándome de mis profundas cavilaciones -- Al rato las podrás besar, tocar, morder, pero ahora ayúdame a buscar esa pinche botella de La Viuda.

¡Guau, esa noche cenaría Pancho! Me acerqué por un extremo, su perfume empezó a provocarme pensamientos eróticos pero sabía que debía irme con calma: mi chamba, mi salud o mi vida podían depender de eso.

Al fin apareció la botella de sangrita así que me sirvió el Herradura y la sangrita en unas copas de coñac.

-- Pinche Brayan, recuerdo que hace dos navidades sacaste a bailar a casi todas las arañas de archivo en el baile de la oficina, pero a mi ni me pelaste, ¿por qué cabrón? ¿no te gusto?

-- Al contrario, siempre me has parecido muy atractiva, pero eso de sacar a bailar a la novia del jefe, pus' como que no se vale.

-- ¿Novia? No finjas, yo se que en la oficina me llaman la 'pirujita', 'el detalle del inge', 'la capillita'. Si, soy su quelite, su segundo frente, ¿y qué?

-- Eso a mi me vale madres, el jefe es mi jefe, y lo que haga con su vida privada o contigo no es mi cuete. ¿Oye, que onda? ¿Me quieres contar tus penas o qué? A mi no me metas en tus broncas, yo no se nada, ni me interesa --dije tratando de sacar el bulto a algo que venía venirse.

-- No pendejito, no quiero que seas mi paño de lágrimas, nomás quiero que me bajes la calentura. Aquel cabrón nomás prendió el boiler y no se bañó --dijo mientras se acercaba a mi y me rodeaba la la cabeza con sus brazos, sin soltar su vaso.

-- ¿Y tu crees que por un rato de calentura voy a arriesgarme a perder la chamba, a que den una madriza o a que amanezca encostalado? No, ni madres.

-- Mira, no seas buey --me explicaba mientras me soltaba y caminaba alrededor mio -- Si eres malo para la cama o si tu ya no quieres más será solo hoy. Pero podría repetirse muuuy seguido --continuaba mientras me palpaba las nalgas, la espalda, los brazos, el paquete -- si haces que mi boilercito casi explote de tanto vapor.

Se detuvo frente a mi, se quitó el diminuto negligé y me ofreció sus duras y levantadas tetas. Ya no pude más me abrí la camisa la abracé, la empecé a tocar y la besé en la boca.

Sin soltarla la llevé junto al sofá de la sala. De pié, haciendo equilibrio me quité los pantalones, los zapatos, las truzas (afortunadamente llevaban las más nuevas, sin agujeros) y la camisa. Siempre me ha dado flojera quitarme los calcetines. Aunque esta vez si traía las uñas recién cortadas. Ella se quitó la tanga, se acomodó a los largo del sofá y me hizo espacio como para que me acostara junto a ella.

Lo intenté, pero mis 80 kilos y mi 1.80 no cabían en ese estúpido sofá, asi que con un sólo movimiento la levanté en vilo, me senté en el sofá y la coloqué en mi regazo.

Cuando estábamos en lo mas dulce de un segundo beso, me aventó y gritó muy fuerte, a punto de dejarme sordo:

-- ¡Los condones! ¿donde diablos estarán los condones? ¿Ese cabrón quedó de traer un paquete de veinte, pero con lo que sucedió ya no supe si los traía y si los dejó por ahí. ¡No manches no tengo preservativos! ¡Puta madre!

-- ¡La bolsa amarilla! Si, los pasé a comprar, junto con un tubo de lubricante, busca una bolsa amarilla que dice 'Farmacias A tu salud'. ¡Allá está encima de la mesa del comedor!

-- No, esas son toallas íntimas, kotex que compré ayer. Debe haber otra bolsa.

Así que un par de encuerados, mostrando sus intimideces empezamos como locos a buscar la segunda bolsa amarilla. A mi, desde luego, se me bajó 'la inspiración', a ella un poco la borrachera.

Entonces recordé:

-- ¡En mi coche, están en el asiento de atrás! Deja vestirme y regreso en un momento.

Apenas me puse lo necesario y salí corriendo al automóvil que siempre ecoltaba al de mi jefe. Tomé la bolsa amarilla y regresé al departamento.

Lupita ya no estaba en la sala; tampoco los vasos ni las botellas. La busqué con la mirada y entonces entendí el juego: el negligé había cambiado de posición, se encontraba a la entrada de un pasillo. Me acerqué y observé que más adelante estaba la zapatilla derecha, y a pocos metros se veía la zapatilla izquierda, justo a la entrada de una recámara.

Llegué a la puerta señalada y el espectáculo no podría ser mejor: Lupita, completamente desnuda, me esperaba recostada sobre una inmensa cama. En el baño estaban las botellas, los vasos, limones, sal y hielos. Yo llevaba lo único que faltaba: veinte condones de sabores y colores surtidos, ultrasensibles, lubricados y con textura rugosa.

En el techo había un inmenso espejo y en una pared lateral otro. La figura de mi inminente amante podía verse desde diverso ángulos: en todos ellos resaltaban sus curvas, su color, su belleza.

Me volví a desnudar y salté a la cama. Me recosté junto a ella, mis manos no dejaban de moverse, mi boca recibió su lengua húmeda, que tenía el viejo sabor que aprecio desde mi juventud; ron & saliva.

Me pidió que esperara, se acostó boca abajo en el mero centro de la cama y me musitó sensualmente:

-- Quiero que me beses desde el cuello hasta los pies, lo más lentamente que sea posible. No te detengas demasiado en ningún lugar, ya lo harás cuando me ponga boca arriba. Observa de vez en cuando como nos vemos en el espejo lateral.

Yo, obediente, toqué con mis labios cada centímetro de su piel. En ocasiones giraba la cabeza para observarnos en el espejo. Ella tenñia razón, la imagen era excitante. Luego vino lo mejor. Ella se tendió boca arriba y me dió nuevas instrucciones:

-- Tres minutos en cada pezón y una eternidad en mi sexo. No olvides el espejo.

Varias veces miré al espejo, ¡me cae que yo parecía estrella porno!

Ella jadeaba, se movía, pedía más, manejaba mi cabeza, le daba ritmo. Yo enloquecía. El final, su primer final fue un escándalo. Pero su deseo era infinito. Apenas terminaron sus estertores ya me estaba pidiendo que quería estar arriba, cabalgarme como una amazona en celo.

Ella no olvidó los preservativos; tomó uno naranja, sabor cereza. Lo colocó con todo cuidado, opimiendo traviesa en lugares estretégicos. De vez en cuando volteaba al espejo y sonreía al ver que los efectos que causabe en mi. ¡Me estaba matando de placer!

Me montó por casi media hora. Yo apretaba sus senos, metía mis manos en su sedosa cabellera, me movía como había aprendido en los hoteles de paso de la Doctores. Resistí sus embates hasta donde me fue posible. Al oir sus estruendosos gemidos, al sentir la presión de sus piernas y su sexo no pude más y términé junto con ella.

Se deslizó a mi lado, me abrazó cariñosamente y me dijo, en voz apenas perceptible:

-- Me gustó mucho, te lo juro. Espero que me perdones.

Yo estaba a punto de agradecerle a ella el inmenso placer que me había dado cuando escuché que se abría la puerta de la recámara. Instintivamente jalé la sábana para cubrirnos a los dos y aparecío él, mi jefe:

-- ¡Bravo! ¡Bravo! --decía mientras aplaudía sonriente, con un disco en la mano.

-- Jefe, jefe, yo le puedo explicar ... --traté de decir pero el se puso el índice en los labios.

-- Calma Brayan, calma. No hay problema. Mira --dijo levantando el disco -- aqui están las pruebas de tu deslealtad, de que te aprovechaste de tu puesto. Calma, no pasará nada.

-- Pero jefe, yo ...

-- ¡Brayan hablemos de hombre a hombre, por favor! Hagamos un trato.

¿Un trato? Pensé para mis adentros. ¿Qué podría yo pactar con un subsecretario de estado? ¿Qué interés tendría el en chantajearme con esa grabación? A menos que fuera, ¡claro! ...

-- ¿Ya recuerdas? OK, la idea es que ganemos los dos: tu dejas de chingar con esa comunista idea de fundar el Sindicato Único de Guardias Personales y abortas la absurda idea de abandonar la Federación de Sindicatos del PRI y yo no doy a conocer este video, este caliente video en donde pruebo que no mereces ser líder de ese falso movimiento obrero.

Mi mente daba vueltas. ¿Debería ceder a sus exigencias? ¿deveras ese video podría acabar con mi naciente carrera como líder? ¿estaban mis principios por encima de mi reputación en riesgo? ¿Qué hago, que chingaos hago?

Mi jefe me dió la puntilla:

-- OK, veo que no te decides. Así que aquí va mi resto: si aceptas por escrito que me has sido desleal, y que dejarás esa idea del sindicato, entonces, solo entonces, podrás visitar a Lupita una vez a la semana, para lo que tu quieras.

Incrédulo, miré a Lupita a los ojos, como respuesta ella me pellizcó por abajo de las sábanas indicándome que aceptara, así que asentí con la cabeza y cedí.

El último año ha pasado muy rápidamente.

Lupita me ayudó a a rescatar el video y la carta con mi firma. El sindicato tuvo un éxito increible, dió pie a que muchos sindicatos oficiales salieran del PRI. Mi jefe ha dejado la subsecretaría enmedio de un escándalo cuando su protector, su suegro, supo de la infidelidades de su yerno, desde luego por un anónimo de mi Lupe.

Lupita ahora es la feliz amante del Secretario de la Federación de Sindicatos Libres de México, o sea yo. Ya estamos planeando crear un nuevo partido para sustituir al casi desecho PRD. Mañana tenemos una junta con El Peje, a quien creo que le gusta mi inseparable asistente: mi Lupita.

viernes, 3 de octubre de 2008

La Web 2.0: Una definición.

De mi seguidor de twitter @eloficinista:

Le explico a mi amigo al teléfono que la web 2.0 es un invento para que las personas sin talento tengan al menos un fan: ellos mismos.

Anti-Nobels: premios a investigaciones extravagantes

Estos premios, que otorga anualmente la revista humorística "Annals of Improbable Research", son a pesar de nombre o estilo investigaciones muy serias, publicadas en revistas como “Nature”.

Redacción Internacional.- El supuesto efecto espermicida de la Coca-Cola o la valiosa demostración de que las pulgas saltan más sobre los perros que sobre los gatos son algunos de los “avances” científicos, publicados en prestigiosas revistas, que han sido galardonados este año con los Ig Nobel.

Estos premios, que otorga anualmente la revista humorística “Annals of Improbable Research” (www.improbable.com) y son considerados los Anti-Nobel, fueron dados a conocer anoche durante una fiesta en la Universidad de Harvard (Massachusetts, EU).

A pesar del nombre (que hace referencia irónica a la Inmunoglobulina o IG), las investigaciones que se premian son serias. Aquí no vale cualquier cosa. En las categorías de ciencias, los trabajos tienen que haber pasado el riguroso examen del “peer review” -o revisión de pares, en español-, es decir, que otros científicos expertos en el tema hayan comprobado que está bien hecho.

Y para muestra un botón. Entre las investigaciones agraciadas este año las hay publicadas en las renombradas revistas “Nature”, “Proceedings of the Nacional Academy of Sciences” o “New England Journal of Medicine”.

Pero la intención primera de los Ig es la de pasar un buen rato, con la excusa del señor Nobel y sus premios “importantes y solemnes”, que también se entregan por estas fechas, pues empiezan el lunes próximo con el de Medicina.

“Investigaciones que primero hacen reír, y luego pensar”, dicen ellos.

En el pasado, la revista ha reconocido inventos como una máquina centrifugadora para dar a luz que da vueltas a las parturientas a alta velocidad, así como un estudio sobre por qué a los pájaros carpinteros no les duele la cabeza.

Los ganadores en la XVIII edición de los Ig Nobel han sido, por categorías, los siguientes:

  • Paz:

El Comité Federal Suizo de Ética sobre Tecnología no Humana, y el resto de ciudadanos suizos, por aprobar en abril pasado el principio legal de que las plantas tienen dignidad.

  • Literatura:

El británico David Sims, de la Cass Business School de Londres, por su estudio, apasionadamente escrito, “Bastardo: Una Exploración Narrativa de la Experiencia de Indagar dentro de las Organizaciones”.

  • Medicina:

El estadounidense Dan Ariely, por demostrar que la medicina falsa pero cara funciona mejor que la medicina falsa y barata. Publicó su estudio en el Journal of American Medical Association.

  • Ciencias cognitivas:

Toshiyuki Nakagaki, Hiroyasu Yamada, Ryo Kobayashi, Atsushi Tero y Akio Ishiguro, todos ellos japoneses, y Agota Toth, húngaro, por demostrar en “Nature” que el moho mucilaginoso puede resolver puzzles.

  • Nutrición:

Maximiliano Zampini (Universidad de Trento) y Charles Spencer (Universidad de Oxford), por demostrar que la comida sabe mejor si es crujiente, en un estudio publicado en “Journal of Sensory Studies”.

  • Biología:

Marie-Christine Cadiergues, Christel Joubert y Michel Franc, de la Facultad de Veterinaria de Toulouse (Francia), por demostrar que las pulgas saltan más sobre los perros que sobre los gatos, en un artículo en “Veterinary Parasitology”.

  • Química (compartido):

Los estadounidenses Sheree Umpierre, Joseph Hill y Deborah Anderson, por descubrir que la Coca-Cola es un espermicida efectivo, publicado por “New England Journal of Medicine”, y

Los taiwaneses C.Y. Hong, C.C. Shieh, P. Wu y B.N. Chiang, por descubrir justo lo contrario y publicarlo en “Human Toxicology”.

  • Física:

Los estadounidenses Dorian Raymer y Douglas Smith, por probar que un montón de cuerdas, pelos o cualquier otra cosa acaba enredándose y formar nudos, en “Proceedings of the National Academy of Sciences” (PNAS).

  • Arqueología:

Astolfo Gomes de Mello Araujo y Jose Carlos Marcelino, de la Universidad de Sao Paulo (Brasil), por descubrir hasta qué punto los armadillos pueden desordenar los restos en una excavación arqueológica. La investigación se publicó en “Geoarchaeology”.

  • Economía:

Geoffrey Millar, Joshua Tyber y Brent Jordan, de la Universidad de Nuevo México (EU), por descubrir que las ganancias de una bailarina de “striptease” dependen de su ciclo menstrual. Lo publicaron en “Evolution and Human Behavior”.

Via El economista



30,000 visitantes

El 27 de mayo festejaba las 25,000 visitas.

Hasta ahora, 5 meses después, han llegado cinco mil despistados más.

Gracias, sobre todo a los que han regresado.

Pues aquí seguiremos en esta sesión terapéutica, masiva y cuasi literaria.

dalton

miércoles, 1 de octubre de 2008

Daré otra conferencia de PostgreSQL

Si, el Departamento de Sistemas y Computación del Instituto Tecnológico de Roque en Celaya, Gto., Mñexico, me ha invitado a dar una conferencia en el Primer Simposium Nacional de Sistemas y Computación que de efectuará a fines de octubre.

Mi ponencia, hasta ahora, se denomina Bases de datos libres para la productividad: el caso de PosgeSQL.

Los mantendré informados.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Momento oscuro

Nadie dice nada
inmersos en nuestras propias circunstancias
rumiando nuestras frustaciones
odiando a Diós
porque Diós nos odia

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Bichito 18

Regresaste.
Lo único que acudió a mi boca al abrirte la puerta fue una frase salida de mi neurona más loca:

Bienvenida.
Haces falta en este pinche mundo.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Olvido


Nunca es tarde para huir de una mujer que te olvida mientras está contigo. Yo sólo extraño la manera en que decía mi nombre mientras alcanzaba el clímax. De vez en cuando la recuerdo, pero sólo es eso: un recuerdo que pronto se volverá olvido. Y yo tengo suficientes motivos para no cortarme las venas: libros de poesía, noches de sueño, un puñado de amigos, las canciones de Duncan Dhu, madrugadas sin celos, un espejo que me dicta verdades, historias por contar, noches de ron y tabaco, amaneceres sin resaca, un libro por escribir y esta lucha de todo el tiempo para sentirme menos imperfecto o no tan vulnerable.

Manual para canallas. Roberto G. Castañeda

jueves, 4 de septiembre de 2008

Ascenso a tus ojos

Tu piel de garota entre la selva
purifica la marea de mis ojos
provoca el plenilunio de mis dedos
inunda con tus zumos mis respiros

Observas calculando mi locura
sabedora glacial de mi derrota
dueña toda de mi, tirana ciega
desdeñando mi súplica de amores

Arrodillado ante el templo del deseo
atormentado por la falta de caricias
de tu pubis suplicando los favores
por tus piernas me elevo lentamente

Alcanzo la cumbre de tus senos
en tus labios desecho la nostalgia
mis manos se detienen en tu espalda
este juego de amor me vuelve loco

La luz cobalto de tus bellos ojos
anuncia la inminencia de mi gloria
la entrega sin tregua ni reparos
el disfrute sin par de mis antojos

lunes, 1 de septiembre de 2008

Mi blog entre los cinco recomendados ...

... en el sitio de alguien que debe quererme mucho:

Hoy 31 de agosto (3108) se celebra por cuarta ocasión el dia del Blog e igual que en años pasados la idea es recomendar 5 blogs nuevos que nos parezcan interesantes. Les dejos mis 5 recomendaciones que no son nuevas pero si por mucho interesantes.

- Simplemente Nallely, un blog de mujeres que ahora también estrena podcast!

- Nice Fucking Graphics, blog de diseño del buen Barbón.

- Bitácora de Ensayo, con extraordinarios relatos del maestro Roberto Andrade.

- Si-Claro, un blog colectivo con el lema "Porque no todo tiene que ser interesante…!!!"

- BioXD, blog de tecnología y cultura digital o geek.
...


Gracias a Arturo Garrido por esta distinción.

Fuente:
http://www.fakeplasticblog.com/

jueves, 28 de agosto de 2008

El cerro de San Gabriel

Al regresar en auto de un fin de semana en Perote, Veracruz, Anabel, mi curiosa sobrina de 10 años, me gritó casi al oído:

-- ¡Tío, mira ese cerro! ¿Ya viste lo que dice? ¡Y todo con puras piedras blancas!

-- ¡Anabel, casi me dejas sordo! ¿Qué dice? No puedo distrarme, hay demasiadas curvas en esta carretera. Léelo para enterarme de lo que dice.

-- Si tío: 'Gracias Madre Mía. EC' y hay una gran cruz junto al letrero.

-- Pues eso dice, ¿satisfecha? -- Su respuesta fue inmediata y típica de ella.

-- ¿Quién la escribió? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¡Dime tío, dime!

-- ¡Anabel!, ¿cómo voy a saber eso? Nunca habíamos pasado por aquí. No seas impertinente.

-- ¿Ya ves que no sabes todo? Ya te caché que eres un mentiroso.

-- Nunca he dicho que yo se todo, no digas sandeces Anabel.

-- Pero me has dicho que lo que no se sabe se puede investigar. ¿Estará en internet lo que te pregunto?

-- No Anabel, no creo que esté.

-- Muy bien, entonces vamos a preguntar y ponemos todo en la Wikipedia, ¿si tío?

Minutos después entramos a San Gabriel, un pequeño poblado al pie del cerro con el 'misterioso' letrero. Anabel no se pondría en paz hasta que sus preguntas tuvieran algunas respuestas. No importa si eran ciertas o fruto de creencias populares.

Busqué el tendajón que se viera más antiguo. Mi auto avanzaba dando tumbos en calles empedradas, seguido por dos perros que no dejaban de ladrar y que nos acompañaron hasta 'La Valenciana', una grande miscelánea en la que igual se podía comprar azúcar que aperos de labranza.

Entramos, pedí un Boing de mango para Anabel y para mi una cerveza Sol, helada como nalga de difunto.

El encargado del negocio, un señor con cara de campesino, moreno, alto y bigotón, no dejaba de limpiar el mostrador con una vieja jerga gris, que evidentemente estaba más sucia que la superficie de madera.

Aspiré hondo, me repetí mentalmente que Anabel pagaría por hacerme pasar esto y solté la pregunta:

-- Oiga Don ¿tiene mucho el letrero religioso en el cerro?

Don Humberto, que así resultó llamarse el patrón de la tienda, dejó de limpiar. Sacó una caja de Faritos de la bolsa de su camisa, tomó un cigarrillo, lo encendió con un Bic de plástico, me miró fijamente y dijo:

-- ¿Pa' que quiere saber eso? ¿Es usted comunista o de la SEMARNAT o puro metiche?

-- Creo que lo que mejor me define, nos define -- dije apuntando a Anabel, que nos miraba desde atrás del envase de vidrio del Boing que sostenía en la boca -- es lo último: un par de curiosos que siempre andan en busca de historias, Don ...

-- Humberto Arreola, pa' servir a ustedes y a Dios.

-- Gracias Don Humberto. Ella es Anabel, mi sobrina y yo soy Romualdo. ¿Sabe algo sobre el letrero del cerro?

-- ¡Claro! Todo el pueblo conoce la historia. Ese letrero tiene como veinte años. Lo puso, con sus propias manos, la señora Esther Corona.

-- ¿Ella sola lo hizo? ¿Sin ayuda de nadie? -- preguntó mi sobrina.

-- Bueno, algunos le ayudamos a pintar las piedras blancas con lechada de cal, esas que forman el letrero y la cruz.

-- ¿Lechada de cal? ¿Qué es eso tío? -- preguntó Anabel volteando al envase de Boing para cerciorarse que ya ni tenía ni una sola gota.

-- Eso se usa mucho por acá niña -- intervino Don Humberto--. Es una mezcla de agua con cal, se usa mucho para pintar paredes, banquetas e impedir que algunas plagas le peguen a los árboles. Cada una de las piedras que forman el letrero se baña con esa lechada, pa' que se note y se vea desde muy lejos.

-- ¿Oiga Don, y por qué la señora Esther puso ese letrero? ¿De dónde sacó las piedras? -- preguntó mi sobrina mientras se acercaba al refrigerador y sacaba otro Boing, ahora de guayaba.

Don Humberto se sacó el sombrero, se rascó la cabeza. dió la vuelta al mostrador y nos invitó a sentarnos en una banca hecha con un gran tablón que se encontraba afuera del negocio, cobijada por la enorme sombra de un árbol.

-- Bien, les platicaré la historia.

-- Doña Esther vivía en las afueras del pueblo, muy cerca del cerro. Claudia, su hija, tenía en aquel entonces, por 1990, como 8 años. Era una niña muy linda, pero traviesa como pocas. Le encantaba subirse a los árboles, perseguir ardillas y zorrillos, montarse en cuanto burro y caballo se encontrara. Era un verdadero dolor de cabeza para su santa madre.

Don Humberto se levantó de la banca, entró al tendajón y regreso con una cerveza Victoria en la mano. Se sentó de nuevo y reanudó la historia.

-- Una tarde, como a las 5, Claudia andaba persiguiendo a un pequeño gato dentro de la humilde casa. El gatito, obviamente, huía de la niña pues sabía que si lo atrapaba lo iba a empezar a lanzar por los aires, lo iba a cargar con el rebozo o, peor, iba a inventar que era su bebé que necesitaba un baño. El gató corrió hacia la cocina, Claudia entró sin darse cuenta y volteó la olla de los frijoles sobre el fogón. Lo que ocasionó que la casa se llenara de una mezcla de humo y de vapor, que se perdiera todo un kilo de frijoles que su mamá había puesto a cocer desde hacía tres horas y que Doña Esther empezara a gritar:

-- ¡Claudia! ¡Mira lo que hiciste! ¿Cuándo vas a aprender que no debes correr adentro de la casa! ¡Eres el demonio en persona! ¡Vete de aquí, ahora tengo que volver a prender la lumbre y a poner más frijoles, que crees que me los regalan en la tienda! ¡Muchacha traviesa, vete al cerro no quiero verte por acá en un buen rato!

Claudia puso cara de espanto tomó al pobre gato, que se había distraído con el ruido de la olla y los gritos de la señora, y salió corriendo para ponerse fuera del alcance de las fuertes manos de su madre, que eran muy buenas para echar tortillas, pero también para dar fuertes nalgadas.

Doña Esther se quedó trabada del coraje, refunfuñando en voz baja y empezó a levantar los destrozos que había hecho su salvaje hija.

-- Parece hija del chamuco, ojalá me dejara en paz para descansar y ver la tele un largo rato.

Una vez que todo quedó en orden, que los frijoles estaban otra vez en el fogón y que se empezaba a hacer de noche, Doña Esther se dió cuenta que Claudia no volvía.

-- Ya volverá, pensó secándose las manos en su eterno delantal, en cuanto tenga hambre o el frío del campo la obligue a acercarse al fogón.

Prendió uno de los amarillentos focos pues ya empezaba a oscurecer, tomó una silla de mimbre, la acercó a la infaltable televisión y se dispuso a ver la telenovela de las siete.

No se dió cuenta a que hora se quedó dormida. La despertó el silencio. Ya eran más de las nueve de la noche. Gritó casi mecánicamente:

-- ¡Claudia! ¿En dónde estás? ¿A qué hora regresaste escuincla traviesa?

Allá en la milpa ladró El Pulgas, sus ladridos llenaron la noche, pero la niña no respondía.

La madre de Claudia se empezó a preocupar. La niña sabía que no debería andar sola después de la puesta del sol, mucho menos en la época de lluvia.

Doña Esther volteó hacia el cerro y observó con temor que las nubes estaba muy negras, que amenazaban en convertirse en un fuerte aguacero.

-- ¡Claudia! ¡Claudia! -- gritó con las manos a los lados de la boca, dirigiendo su angustiado reclamo hacia el monte.

Otra vez se escuchó la respuesta de El Pulgas y después nada. El viento arreciaba y olía cada vez más a agua, a lluvia, a miedo.

-- Será mejor que me tranquilice y espere un rato. Tal vez esté en la casa de Doña Chonita, no sería la primera vez que va a jugar con su hija. ¡Pero nomás que venga ya verá como le va a ir! -- musitaba mientras se metía a su casa para guarecerse de la llovizna que empezaba a enfríar la noche.

Ya eran las once de la noche cuando llegó a la iglesia. Tocó con fuerza la puerta del capellán a quién obligó, todavia adormilado, a echar al vuelo las campanas para convocar al pueblo a reunirse en el atrio del templo de San Gabriel.

Pronto se junto mucha gente alarmada por las campanas. Doña Esther explicó a gritos, entre una lluvia pertinaz, que necesitaba voluntarios para buscar a su hija, que hacia ya cuatro horas se había subido al cerro y no había regresado. Que tal vez estaba en alguna cueva o en algun jacal abandonado esperando a que amainara la lluvia. Que por favor la ayudaran a ir a buscarla.

Se juntaron en total 32 voluntarios que con lámparas de pilas, algunas camionetas 4x4 y hasta antorchas improvisadas. Subieron al cerro haciendo una sola línea que medía mas de dos kilómetros. Gritaban, removían las matas, volteaban a lo alto de los árboles buscando en las ramas altas.

Bajaron agotados a las dos de la mañana. Desanimados, cabizbajos, con las botas y los huaraches llenos de un barro que se pegaba como chapopote. Claudia no apareció.

Doña Esther se había quedado con el capellán en la iglesia, rezando por que encontraran a su hija sana y salva; esperando las noticias, buenas o malas, que le traerían los voluntarios que subieron al cerro o que recorrían el caserío.

Ahí fue donde hizo la promesa ante una imagen de la Virgen de Guadalupe:

-- ¡Madre mía, regrésame a mi chiquita! ¡Te prometo cuidarla mejor, no enojarme con ella cuando aparezca! ¡Es más, si aparece sana y salva construiré un gran letrero y una inmensa cruz en el cerro, con piedras del rio, para inmortalizar el milagro y dar a conocer tu infinito amor por tus hijos de San Gabriel!

La Virgen parecía mirarla con amor, como entendiendo su inmenso sufrimiento, como queriendo aminorar su inmensa pena.

Los voluntarios fueron llegando en grupos pequeños a la iglesia. Ahí los esparaba una inmensa olla de café negro y un garrafón de alcohol de caña, pa' recuperar fuerzas y devolverle un poco de calor al cuerpo.

A las cuatro de la mañana todos se fueron a sus casas, con la promesa de seguir la búsqueda en cuanto clareara la mañana.

Doña Esther llegó a su casa cansada de llorar y rezar, arrastrando los pies, arrepentida de haber mandado a su hija al cerro. Se sentía culpable de lo que le pasara a su hija.

Abrió la puerta de su pequeña vivienda, prendió la luz y escuchó una voz que le reclamaba:

-- ¡Mamá, tengo mucha hambre y tu nomás andas en la calle!

La señora corrió a abrazar a su hija, a palpar su cuerpecito para asegurarse que estaba completa, buscando heridas, lodo, pero la niña estaba completamente seca y caliente.

Le volvió el alma al cuerpo y dijo, conteniendo la rabia:

-- ¿En dónde estabas hija de ... mi vida?

-- Pues me metí con mi gato al cuarto en donde guardas el maíz, lo abracé y nos quedamos dormidos. El mínino me despertó hace un rato pues quería leche y hacer sus necesidades.

-- ¿No te fuiste al cerro?

-- ¿Al cerro? ¡Tu me has dicho que no vaya sola! ¡De mensa te hacía caso! Además ya se que siempre te enojas pero al rato se te pasa. Por eso eres una mamá.

Doña Esther la abrazó. Sentía una mezcla de enojo y tranquilidad. Se había prometido que no iba castigar a la niña, así que se acostaron juntas, en un largo abrazo de amor.

Doña Esther tuvo que cumplir su promesa.

-- Nos tardamos, entre casi veinte personas, -- continuaba Don Humberto, después de depachar la segunda Victoria -- como dos meses en escoger las piedras del rio, encalarlas, subirlas al cerro y armar las palabras y la gran cruz. Doña Esther hizo el trabajo más pesado, subir una a una todas las piedras de río. Cuando sentía que flaqueba volteaba a ver a Claudia, que no dejaba de correr por todo el cerro, y continuaba con la tarea que ella sola se impuso.

-- ¡Esa es la historia, par de curiosos! -- dijo Don Humberto levántándose con trabajos de la improvisada banca, con la botella de cerveza vacía entre las manos.

-- Gracias señor, es una historia muy bonita. Pero no nos dijo que quieren decir las letras E y C del letrero.

- ¡Ah que niña tan fijada, temía que lo preguntaras! Pues hay dos versiones sobre esas letras, ninguna de ellas confirmada por la mamá de Claudia. La primera dice que son las iniciales de la señora Esther Corona.

-- ¿Y la segunda? -- preguntó entusiasmada Anabel.

-- La segunda, la segunda -- repetía Don Humberto volteando a verme y rascándose la cabeza, como dudando de decir la otra versión

-- ¡Si, la segunda versión! -- exigía mi terrible sobrina.

-- Pues la segunda versión dice que esas dos letras significan: Escuincla Cabrona.

Anabel abrió mucho los ojos, me miró y no pude más que levantar los hombros ante esa revelación. Mi sobrina se acercó a Don Humberto y con un beso en la mejilla le agradeció se hubiera molestado en contarles la historia del letrero en el cerro de San Gabriel.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Kala, proyecto cultural de lo virtual a lo real


KALA es una editorial joven que, reside en México, pero que tiene la intención de llevar sus publicaciones al resto del mundo. Estamos conscientes de las grandes cantidades de talento y creatividad que -a falta de apoyo editorial- circulan actualmente por el mundo de los blogs. Por ello, hemos decidido iniciar un ambicioso proyecto para sacar a la luz a un nuevo grupo de escritores.
Nuestro proyecto “De lo virtual a lo real”, es una convocatoria para escritores de habla hispana que actualmente publican sus escritos en algún sitio personal en Internet.

De los textos recibidos, seleccionaremos aquellos que vayan de acuerdo a la línea de la editorial, los iremos publicando en nuestra página web, y después serán recopilados en una edición impresa.

Pues Kala tuvo a bien publicar en su sección Sospechosos uno de mis cuentos que apareció por primera vez en este blog.

SOSPECHOSOS

El último miércoles de cada mes se renueva esta sección con la Entrega de seis textos de nuestros Sospechosos los cuales han sido denunciados o se han entregado por voluntad propia a sospechosos@kalaeditorial.com

Mediante estos textos nuestros investigadores apoyados en su experiencia, y en los comentarios de nuestros lectores, confirmarán las sospechas, para notificarlos oportunamente, y así podrán enmendarse o entregarse perdidamente a la pasión de la escritura. Si deciden por lo último, tengan cuidado con lo que escriben, KALA Editorial estará tras sus pasos.

Julio Jaramillo y Don Enrique en Kala Editorial

lunes, 25 de agosto de 2008

Sopita de Pasta

El siguiente texto, un verdadero poema en prosa, es obra de Toño Malpica. Lo escribió en memoria de la Señora Fernanda, su difunta suegra. Lo reproduzco como un tributo a una mujer que dejó un gran legado de amor en su familia.

Descanse en paz Doña Fernanda.

Lo nuestro no fue amor a primera vista. Fue, tal vez, amor a primera probada. Los que me conocen, conocen también la historia. Laura y yo nos hicimos novios primero; después nos quisimos; al último nos enamoramos. Todo al revés. Y acaso por culpa de aquella primera probada.

Se me había reventado una úlcera y no podía comer más que gelatinas y otras miserables blanduras. Laura fue a verme a la casa. Todavía ni siquiera nos llevábamos bien (no sabía el nombre de sus hermanos, si tenía o no mascota, a qué se dedicaba los fines de semana.). Yo vivía solo en aquel entonces y estaba comiendo lo que mi poca imaginación culinaria me brindaba. Y lo que mi dolor abdominal me permitía. "Te voy a hacer una sopa", dijo, al ver que mi dieta (comprada, además) era deplorable. Mi primer pensamiento fue que era una metiche. Todavía no nos llevábamos bien, ni siquiera puedo decir que fuéramos amigos. Me parecía que se pasaba de lista con su oferta. Pero igual, Laura fue al súper y volvió con lo necesario para hacer la mejor sopa de verduras con pollo que he probado en mi vida.

Dicen que al hombre se le llega por el estómago. Y al menos con este hombre funcionó. Sé que Laura no me estaba conquistando, pero lo mismo me tuvo a sus pies con esa sopa. Y varias secuelas más. Honor a quien honor merece: Laura es una estupenda cocinera gracias a su mamá. La señora Fernanda enseñó a sus tres hijos a cocinar como si esto fuera igual de importante que el leer y escribir. Ahora puedo decir que acaso lo sea, porque los hermanos Dietrich hacen suyas las recetas de cocina del mismo modo que Glenn Gould abordaba a Bach: virtuosamente y a primera vista. Ya quisiéramos muchos tal soltura, en la cocina o fuera de ella. Laura puede seguir las instrucciones para hacer un filete mignon o unos chiles en nogada, unos dedos de novia o una tarta tatin, una paella o un pastel imposible, aunque nunca lo haya intentado en su vida, ejecutar a la perfección, improvisar en el proceso y, de ribete, conseguir al final un platillo que haría a un profesional aplaudir de pie, pedir el encore. y chuparse los dedos. Ustedes disculparán mis pobres metáforas pero sé de lo que hablo. Alguna vez la Laureana estudió gastronomía -por no dejar- y sus maestros siempre se mostraban asombrados ante su naturalidad, ante su lirismo.

Honor a quien honor merece. No es un asunto de talento nato. La señora Fernanda, la mentora, se la vivía en la cocina. Sé que suena chambón y estereotipado, pero en su caso era cierto. La señora Fernanda no era más feliz en ningún otro lugar y hasta ahí arrastró a sus hijos. Tal vez sea la única mamá de la que yo tenga noticia que pedía, los diez de mayo, preparar su propio banquete. Planeaba las viandas como un curador diseña una exposición. Y con una mañana tenía para conseguir el milagro. ("Lo difícil es que parezca fácil", decían de Horowitz, si no me equivoco). Varios aparatos eléctricos y cuatro hornillas funcionando a la vez en una mágica y coreográfica disposición era todo lo que necesitaba. Al final, no tengo que decirlo, los homenajeados parecíamos nosotros. Ni para qué hablar de las navidades o las fiestas patrias. A la hora de los postres, al verla sonriente, me recordaba aquello que se contaba de Gershwin: que, en las tertulias, no había necesidad de invitarlo a tocar el piano, él mismo se sentaba a amenizar por sí solo. Lo justificaba diciendo que así todos en la fiesta estarían contentos. "Si otro fuera el que tocara, al menos una persona triste habría en la sala: yo".

La señora Fernanda no tenía estudios ni diplomas, pero sí la poesía en sus manos. Y la transfomaba en poemas de la única forma que sabía: cocinando.

Alguna vez se lo dije y se ríó de mí, achacándome que era yo un exagerado. En venganza, le dediqué mi libro infantil "Mi abuelo es poeta", condenándola a aparecer, por toda la eternidad, en la misma página que Sabines, Pellicer, Lorca, Guillén y Borges (otros poetas que también admiro). Pero ni con esto conseguí que dejara de achacarme mis exageraciones, cosa que nunca me importó. A mí con que me siguiera preparando el café tan delicioso, acompañado de ese pan marmoleado que hacía a ojos cerrados, me bastaba.

El sábado en la mañana, la señora Fernanda nos dejó. Después de dar la batalla al cáncer de pulmón por tres larguísimos meses, decidió llevar su magistral ejecución a otra parte. Deja en su lugar un silencio que abruma, que ensordece. Deja una audiencia muda, impávida y (en más de un sentido) desconcertada, una audiencia entre la que se cuenta un servidor y que lamenta la horrible certeza de no poder escuchar más sus notas. Quisiera poder recordar cuándo fue la última vez que comí en su mesa pero la memoria me juega en contra. Se acostumbra uno tanto a los prodigios que los cree cotidianos y los supone eternos. Pienso en algún estúpido yerno de Rubinstein, por ejemplo, creyendo que Chopin suena igual en cualquier teclado.

Recuerdo, no obstante, cierta plática que sostuve con ella en el hospital. Le habían retirado ya todos los alimentos. Llevaba días sin comer, con el paladar mutilado. Llevaba días atada al respirador y a una monstruosa mascarilla. A causa de una posible neumonía la alimentaban como ningún ser humano jamás debiera ser alimentado. Y tal vez por ello es que hablamos de lo que se le antojaría comer en caso de ser dada de alta, en caso de ser enviada a su casa. Pensé en alguna sonatina de Clementi cuando oí su respuesta, pero evité las lágrimas. Juro que me mantuve de una pieza.

La señora Fernanda, al final, consiguió volver al hogar, consiguió morir entre los que la amaban, pero no pudo volver a comer en forma. Acaso por ello es que decidió desobedecer el designio y retirarse para siempre de la mesa.

Sopa de pasta. Un bistec asado. Agua de jamaica. Eso fue lo que paladeó en su imaginación aquella tarde en el hospital. Uno esperaría oír mencionar a Rachmaninoff en respuesta. Beethoven. Brahms. Y en cambio.

Ustedes disculparán mis fallidas metáforas. La pena es mala consejera.

Descanse en paz María Fernanda Esquivel de Dietrich, portentosa ejecutante, suegra inolvidable, irrepetible poeta.

Slv22

Toño

miércoles, 13 de agosto de 2008

Bichito 17

Si Bichito, es cierto. Nunca había dado una serenata por internet. Nunca, ningún teórico de la Web 2.0 hubiera predicho que por medio de Twitter, MSN o Facebook se podría dar una serenata.

Las distancias no existen. Hasta allá, hasta el balcón de tu horrible Windows Equispe o Windows Vista puedo enviarte a los mariachis, al mismísimo José Alfredo, a Chente, a Arjona y a Sabina (que rebasan tu espectro musical).

Youtube toma el papel del Mariachi Vargas de Tecalitlán, y mi Linux, aun con Fedora, hace las veces de la Plaza Garibaldi, ¡del mero Cocula, verdad de Dios!

¡Ay Bichito, así es el amor en los tiempos de las redes sociales!

¡Si nos dejan, nos vamos a querer toda la vida ...¡

¡Ay dolor, ya me volviste a dar!

martes, 12 de agosto de 2008

Enrique Loubet Jr., Mauricio-José Schwarz y yo

Hoy, en un mail a la lista PCM, Mauricio, el Noc para los cuates, escribió:


Algo olvidado mi blog "El alumo más pequeño de Guillermo Prieto", hice esta entrada para aumentar la presencia en la red de Enrique Loubet Jr., gran periodista, excelente amigo y personaje extraño y detestable, todo al mismo tiempo, y muchas cosas más.

Por alguna causa, desde la lejanía hoy busqué el nombre de Enrique en Internet, y me vine a enterar de que había fallecido en enero de este año. No me extrañé, había vivido muchos años y a una velocidad vertiginosa. Busqué luego una foto en la red para darlo a conocer a mi entorno actual, y descubrí con tristeza que no había ni una, o al menos no la encontré después de una larga búsqueda.

Quizá eso es lo correcto para un personaje más adecuado para las tertulias literarias del Madrid de 1920 y los saraos culturales de los años 40 en la ciudad de México que para un siglo XXI de Internet y teléfonos celulares. Enrique abominaba de la grabadora, y trabajó siempre con bolígrafo y libreta o, a falta de ésta, cuartillas dobladas en cuatro, su aguda mirada y, sin duda, su estilo singularísimo de vida y periodismo.

Conocí a Enrique Loubet cuando sustituyó al maestro Edmundo Valadés en la sección cultural de Excélsior (cuando aún era un gran periódico). El maestro Valadés me abrió las puertas del diario y de su legendaria revista El Cuento, marcando mi vida periodística y literaria, y me pidió que me quedara yo en Excélsior cuando él se marchó.

Fue Mario Méndez Acosta, compañero de mil batallas, quien me llevó al edificio adjunto a la sede del diario, a la oficina de Revista de revistas, para que conociera al nuevo director de la sección, Enrique Loubet Jr. A mí me preocupaba mi columna, "Circuito impreso", porque era mi tribuna única, pero un atrabiliario caballero de bigotes alacranados de estilo antiguo, largo pelo blanco, fieros ojos tras las gafas y voz rotunda me exigió que, para seguir en la Sección Cultural, tenía yo que escribir también para Revista de revistas, la publicación madre de la casa Excélsior y, probablemente, el último gran amor de su último director. Loubet sonaba atrabiliario y descontrolado, hasta que propuso bajar al bar Ambassadeurs a tomar una copa. Ya aprendería yo que Enrique sabía lo imponente que resultaba y le divertía parecer un ogro para luego mostrar su lado amable, pero que en general era inofensivo.

La entrega de las colaboraciones, las copas en la cantina "Reforma", en el "Amba" o en algún otro lugar al que había que ir porque yo no usaba corbata (para enfado de Loubet) y en el "Amba" era obligatoria, se sumaron a las comidas en establecimientos que iban desde taquerías callejeras hasta el restaurante del gastrónomo Luis Marcet, las tardes en el remozado y rescatado hipódromo, las noches en el frontón México, las conversaciones interminables. Enrique me propuso ser redactor de la revista, yo acepté de medio tiempo, para no depender del periodismo cosa que, en aquél entonces al menos, condenaba al reportero a la dependencia de los "favores" gubernamentales, a la corrupción, en una palabra. Los salarios del periódico eran irrisorios, pero la directiva sabía perfectamente que serían complementados por las relaciones políticas del reportero y las comisiones propias de la publicidad que consiguiera. No fui nombrado jefe de redacción, me enteré meses después, porque a ojos de Enrique yo era "comunista", lo cual le preocupaba en exceso.

(Un reportero cobraba el "sobre" semanal del cohecho preventivo de su fuente gubernamental o paraoficial, más comisión sobre la publicidad que esa fuente, dependencia o secretaría comprara en el periódico o sus publicaciones. Y esto no ocurría sólo en Excélsior, era una norma con pocas excepciones en esos tiempos. Como simple redactor de Revista de revistas, una dependencia del gobierno del DF me ofreció "sobres semanales" que efectivamente me cuadruplicaban el sueldo. Mi negativa a aceptarlos no fue bien recibida y se vio como prueba adicional de mi falta de adhesión al régimen.)

Era en política donde chocábamos más, aunque Enrique podía montar en cólera por asuntos de fútbol, de mujeres o de geografía, daba igual. Enrique se consideraba un conservador "al estilo inglés", con un dejo de monarquismo exacerbado muy al modo de Dalí, que era, sólo Enrique sabía en qué proporción, parte sincero, parte provocador, parte rebelde contra las cosas contra las que por lo demás no hablaba nunca. Esto chocaba con su pasado como refugiado en México de la Guerra Civil Española, que no negaba, por el contrario lo consideraba lucha contra el fascismo y él, como conservador caballero inglés (nacido en Bilbao), abominaba del fascismo, exactamente como Churchill, al que citaba con frecuencia.

Enrique era entrañable aunque a veces hiciera difícil quererlo. Porque cuando no hablábamos de política el universo entero era su espacio. Hablaba de ciencia con conocimiento, habiendo dirigido la revista "Comunidad CONACyT", del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología del gobierno mexicano. Hablar de literatura con él era delicioso. En el mundo del toro coincidíamos hasta las lágrimas por la pasión que teníamos ambos y que yo conservo por esa fiesta (tan fuera de tiempo como el propio Enrique), por nuestra convicción de que el toro era el centro del tema. Nos divertimos como nunca cuando hicimos una serie de revistas sobre la temporada de la Plaza México. Hicimos una historia de la Guerra Civil Española en una larga serie de números consecutivos de la revista, que nos permitió conocer el lado tenuemente socialista de Loubet, que ocultaba rápidamente llamándonos a todos "rojetes y reojetes". Compartimos el 75 aniversario de Revista de revistas, por entonces decana del periodismo mexicano. Compartimos el terremoto de septiembre de 1985 y lo reporteamos en la revista con un aseo que aún hoy me enorgullece. Y discutimos, gritamos y bebimos.

Quizá lo que mejor pinta a Enrique es que siempre mantuvo las puertas de la revista abiertas a los aspirantes a periodistas (estudiantes o no) que pedían "una oportunidad". Nunca un joven aspirante salió de la revista sin una orden de trabajo improvisada por Enrique sobre los miles de temas que dominaba. Y lo que define sus rasgos como en un retrato de Goya es la ocasión en que, puesto a corregir el artículo de una pareja de estos jóvenes en una mesa del Ambassadeurs, se enfureció con un error de los redactores y atacó las hojas con sus marcadores de colores, escribiendo críticas e improperios contra los autores en su inimitable estilo. Al día siguiente, me llamó a su despacho y me dijo que no podía devolverle ese original a los jóvenes periodistas, porque sus críticas eran feroces y despiadadas. Acordamos que destuiríamos el original, aduciríamos que se había extraviado y Enrique les pediría una reescritura salvando el error que lo había sacado de sí la noche anterior. Simplemente, no quiso lastimar a dos jóvenes periodistas.

En 1986 me fui a vivir a la ciudad de Querétaro y dejé mi escritorio de la revista. Mis colaboraciones con Enrique se fueron diluyendo poco a poco, involuntariamente, y las de la sección cultural del diario por cuestiones del nuevo encargado, lo que me llevó a un día cruzar la calle de Bucareli, subir a la oficina de Paco Taibo I en El Universal y pedirle la oportunidad de colaborar en la sección cultural que dirigía. Me ordenó un artículo para el día siguiente, y seguí en El Universal hasta mi salida de México.

La última vez que vi a Enrique, hace quizá diez años, había sufrido un accidente y tenía un ojo nublado, pero aún hablaba con la autoridad de un maestro que sabe, sin duda alguna, que su altanería y arrogancia están sustentadas en una labor periodística a todas luces admirable, y en una calidez humana que nunca pudo ocultar del todo tras la "paersona" que se construyó tan bien que muchos nunca supimos dónde acababa exactamente.

Enrique me enseñó mucho, de periodismo, de caballos, de literatura, de cine, de temas interminables como nuestras noches de copas. Lo quise como se quiere a un maestro que se convierte en amigo. Lo admiré como profesional y lo enfrenté como inexplicable defensor del oficialismo gubernamental mexicano. Sus contradicciones no fueron, sin duda, mayores que las que tiene cualquiera, y si en su caso se magnificaban era porque en Enrique todo era exagerado, todo era extremista, todo era "lo más" o "lo menos".

Murió querido, admirado y reconocido como el último de su especie, que nunca fue demasiado abundante. Que no sea olvidado es tarea de quienes le quisimos entrañablemente.

Mauricio-José Schwarz


Ese mail me trajo a la mente el día en que conocí a Enrique:

Yo tuve oportunidad de tomar una copas con Enrique en la famosa cantina La Opera, en alguna ocasión en que Rafael Fernández Flores, mi viejo amigo de la FES Cuautitlán de la UNAM, me invitó a compañarlo al centro de la ciudad, en algún momento previo a 1990.

Estuvo, además, una chica de nombre Martha, quien acompañaba a Enrique. Ella tuvo posteriormente un papel importante en Excelsior: se trataba de Martha Anaya.

En esa ocasión el mismísimo Carlos Monsiváis entró a la cantina, se acercó a nuestra mesa a saludar a Enrique y él nos lo presentó a los tres jóvenes que estábamos en la tertulia.

Rafael Fernández tenía entonces una columna en Revista de revistas, casi estoy seguro que se denominaba 'La ciencia es juego de niños'.

Cuando te conocí, Noc, en alguna fiesta de PCM, platicamos de Rafael, nuestro amigo común; esto fue un poco antes de que marcharas a España.

Sirva esto para colaborar a que el olvido no se trague a Enrique.

martes, 29 de julio de 2008

Bichito 016

Bichito me pidió que leyera ese libro, a lo cual contesté, levantando apenas la mirada de mi pantalla:

-- Si, ya tengo programado comprarlo mañana en El Péndulo, gracias por la recomendación.

-- ¡Que obediente me saliste!

-- Cuando mi obediencia se traduzca en placer, cuenta con ella.

That's life.

lunes, 21 de julio de 2008

No hago otra cosa que pensar en ti

Serrat, Sabina, Lala, el amor, las mujeres, tantas cosas bellas que tienen cabida en mis neuronas.


viernes, 11 de julio de 2008

Las dos reglas del éxito

Las dos reglas del éxito:

1. Nunca digas todo lo que sabes.

(De un mail de Susana)

jueves, 10 de julio de 2008

Bichito 015

¡Ay Bichito! Este exceso de trabajo, esta marea de adrenalina, este intenso tráfico de emociones en mis segundos pisos vasculares parece que han acelerado mi producción de hormonas.

Ya ansío verte. Ya quiero cruzar ese bello bosque de La Marquesa en pos del amor, de la carne, de la ternura.

Que tus azules ojos se conviertan en faros de Topacio e iluminen el sinuoso, brumoso y frio camino hacia ti.

Ya es jueves, sólo el viernes y estas ingratas tareas que pesan como lápidas me separan de tus labios.

Venga el sábado, bienvenida la oportunidad de probar tu exquisito café, de escuchar tu sonrisa, de amarte como sibarita recién liberado de su reclusión, con esta pasión acumulada y acrecentada por tu ausencia.

viernes, 4 de julio de 2008

Web services

De acuerdo a la w3 un web service o servicio de web
proporciona una manera estándar de interoperar entre diferentes aplicaciones de software, que se ejecutan en una variedad de plataformas o frameworks.

En este momento, el equipo de trabajo de nuestra empresa Inteligentes.com está por liberar la versión beta de un desarrollo para web en el cual tenemos que interactuar con algunos servicios que prestan empresas asociadas al proyecto:
  • DHL: Se encargará del envío de las mercancias que se venderán con el sistema.
  • Banorte: Nos dará el servicio de cobro con tarjetas de crédito.
  • Telefónica Movistar: Nos ofrece el servicio para venta de tiempo aire en línea.

Con cada una de estas empresas (y otras que usaremos en etapas más avanzadas del proyecto) hemos tenido reuniones técnicas en donde hemos discutido y resuelto la manera de que nuestro sistema (Linux, PHP, Ajax, PostgreSQL) se comunique con los de ellos. En todos los casos la solución han sido los web services.

En general, ha sido suficiente con que ellos nos entreguen la documentos que describen, por medio de WSDL, los servicios que entregan sus sistemas. Después, usando la excelente biblioteca NuSOAP y XML hemos podido diseñar y construir, en cuestión de horas, servidores de prueba y los clientes que consumen los web services de nuestros proveedores.

Es bueno vivir en un mundo con Linux, internet, Ajax y web services. Y contar con gente como Genaro Contreras, Alex Huerta, Gilberto Rosas y Jorge López.

jueves, 3 de julio de 2008

Jamendo: Música libre

Jamendo es un sitio en que sus artistas te permiten escuchar, descargar y compartir su música. Es libre, legal e ilimitado.

Para muestra un botón:

La parte de adelante

soy vulnerable a tu lado más amable
soy carcelero de tu lado más grosero
soy el soldado de tu lado más malvado
y el arquitecto de tus lados incorrectos

soy propietario de tu lado más caliente
soy dirigente de tu parte más urgente
soy artesano de tu lado más humano
y el comandante de tu parte de adelante

soy inocente de tu lado más culpable
pero el culpable de tu lado más caliente
soy el custodio de tus ráfagas de odio
y el comandante de tu parte de adelante

perdiendo imagen a tu lado estoy mi vida
mañana será un nuevo punto de partida
soy vagabundo de tu lado más profundo
por un segundo de tu cuerpo doy el mundo

que más quisiera que pasar la vida entera
como estudiante el día de la primavera
siempre viajando en un asiento de primera
el comandante de tu balsa de madera

que más quisiera que pasar la vida entera
como estudiante el día de la primavera
siempre viajando en un asiento de primera
el carpintero de tu balsa de madera

aaahhh….
soy el soldado de tu lado malvado
y el comandante de tu parte de adelante
- estribillo -
sólo estoy sólo y estoy buscando
es a alguien que me está esperando
que me entienda y si no me entiende
alguien que me comprende
alguien a alguien para recordar
de memoria cuando estoy de viaje
cuando estoy muy lejos y
soy un vagabundo y camino bastante
alrededor del mundo
pero quiero volver a mi casa
a alguna casa
para encontrar a esa princesa vampira
que respira
que respira y me mira

Andrés Calamaro

jueves, 26 de junio de 2008

Pedazos de alma. Parte 6 y última.

Otra vez no puedo dormir. Los atrasos en las fechas de entrega, el maldito diseñador web que a estas alturas del desarrollo no ha acabado su chamba, los problemas técnicos con los web services para conectarnos tanto a DHL como al banco que nos dará el servicio de cobro con tarjeta de crédito, todas esas mierdas no me dejan tranquilo.

Me levanto, voy hacia la sala y veo que son las dos cuarenta y cinco de la mañana. Y tengo una cita con mi cliente a las nueve, en seis horas. ¡Me lleva la chingada!

Prendo la Toshiba y veo que ese buey está otra vez ahí.

¿Cómo puede alguien tener el nick de niels? Seguro que este cabron no sabe quién fue y que hizo Bohr.

Lo traigo vuelto loco con las supuestas pistas misteriosas.

No sabe que voy poniendo lo que se me ocurre, lo primero que me encuentro en el wiki o lo último que aprendí en mi navegación del día.

Lo de la cicatriz no fue más que un homenaje a la ñoñez de una chica que levanté en un antro.

El vestido de bodas fue el resultado de mis ejercicios con el GIMP, mezclado con el famoso poema de Benedetti.

Lo de la foto de El Halcón Maltés, una de mis películas favoritas, fue divertido. Eso lo ha mantenido ocupado por varios días. Que bueno, ya estaba cansado de hacerme pasar por una huesped de La Candelaria.

Pues que se chingue, espero que se haya dado cuenta de que todo es una broma, pero a fin de cuentas me vale si cree que todo es real.

Lo curioso es que me relaja hacer encabronar a este cuate. Pobre, quien le manda seguirme en tuiter, sin conocerme.

Ya vió que estoy conectado. Ya está escribiendo. A ver con que mamada sale hoy.

-- Hola pinche vieja loca.

-- ¡Que agresivo! ¿Te mandó a la chingada tu novia?

-- No pendeja, lo que pasa es que ya he resuelto tus misterios de segundo de primaria.

-- Que bueno, así dejarás de estar fregando.

-- No, tu dejarás de fregarme a mi. Ya se quién eres.

-- ¿En serio? jajaja

-- No te rías pendeja, que al rato vas a estar rogándome que no haga pública tu locura.

-- OK, ya sabes quién soy. Dame de baja de tu MSN, y vete a dormir, no estoy de humor para lidiar con idiotas en este momento.

-- ¡Calma loquita! ¿quiéres saber lo que conozco de ti?

-- jajaja, viene.

-- No eres quien dice ser.

-- Wow, tienes más de dos neuronas ...

-- Me sigues en tuiter, tal vez en Facebook, o en ambos ...

-- Más wow, y tus dos neuronas se conectan entre si, jajaja

-- Ya se que eres una cabrona, que el coco te funciona bien sólo a ratos y que estás media ruca.

-- No seas buey, eso define al 73% de las chavas de tuiter, excepto por la edad.

-- Además estoy seguro de que tienes alguna cicatriz en el cuerpo, visible, y no te ha ido bien en alguna relación.

-- ¡Exacto! Soy Agustín Lara, y María Félix me acaba de mandar al diablo. jajaja. Me encanta tu ingenuidad.

-- No te hagas pendeja, mejor dime quién eres, no tengo tantos seguidores en tuiter, tu eres uno de ellos o de ellas. Cuando te descubra totalmente el mundo entero se va a enterar.

-- Mira pendejo, no estoy de humor para aguantar más tus babosadas. Si te digo quien soy o si lo descubres entonces debes morir por conocer mi secreto, así que mejor déjalo de ese tamaño.

Deveras que lidiar con este buey, a las tres de la mañana, en medio de mis preocupaciones, me está sacando de quicio, yo lo que quiero es relajarme. Algo que inicié como una broma ligera se está complicando. Este cuate se la está tomando muy en serio.

-- OK ojete. ¿Si te digo quien soy dejas de chingar?

-- Depende, si eres una pinche vieja trastornada tal vez tenga que alertar a mis cuadernos, simplemente para que no sigas jodiendo gente.

-- ¿Ya se te olvidó que trataste de ligarme la noche en que me aceptaste como amigo en MSN?

-- No, yo no hago eso, mientes.

-- Pendejo y desmemoriado. Mira esto me dijiste: "Casi acertaste, soy programador, aunque a veces hago diseño gráfico y tengo 34. Solterito, ¿no te emociona? ¿tienes compromiso?". ¿Ya se te refrescaron las dos neuronas?

-- ¿Preguntarte si tenías compromiso y decir que soy soltero es soltarte los canes? ¡Qué fácil eres!

-- No me has respondio. ¿Dejarás de chingar si te digo quién soy?

-- Órale, prometo no divulgar tu identidad, pero deja decirte que estás pirada de la realidad.

-- OK, mi alias en Twitter es @randrade. Si hablas de esto en cualquier red social o en tu blog o en tu podcast haré pública esta historia verídica y todo mundo sabrá que tu nick en tuiter es ...

miércoles, 11 de junio de 2008

Pedazos de alma. Parte 5.

Soy pendejo. E inculto.

Estuve el domingo con mi tío Enrique, le enseñé la foto y de inmediato la reconoció.

-- Sobrino, ¡tienes que ver más cine, al menos los clasicos¡

-- No manches tío, ¿a poco esa foto es de una pelicula famosa?

-- La juventud anda loca. Nomás ve el mal cine que pasan en Cinemex. Ya no van a cine clubs ni al cine de arte. ¿A dónde llegarán? ¡Se trata de El Halcón Maltés! Y ya pa' que te digo que debes leer a Dashiell Hammett. No todo es el Hombre Araña y tu pinche tuiter quitatiempo.

OK. Acepté el regañó. En cuanto acabó de hacerme sentir cucaracha regresé a casa y prendí a la Macuarra.

Busqué en la wikipedia en español algo de esa película y leí toda la entrada. Este es el párrafo inicial:

El halcón maltés es una película dirigida por John Huston en el año 1941. Está basada en la novela del mismo nombre de Dashiell Hammett. Es la tercera versión de la novela de Hammett, ya que se llevó al cine en el año 1931 y en 1936. Es la primera película de John Huston como director, como recompensa de la Warner Brothers tras diez años como guionista. Se suele considerar como la película que marca el comienzo del cine negro.


También revisé la nota de Hammett:


Samuel Dashiell Hammett (27 de mayo de 1894 – 10 de enero de 1961) fue un escritor estadounidense de novela policial, de estilo denominado Hard boiled y también cuentos cortos. Entre los personajes más recordados que creó se encuentran Sam Spade (El halcón maltés), la pareja de detectives Nick y Nora Charles (El hombre delgado) y el Agente de la Continental (Cosecha Roja). También escribió bajo los seudónimos de Peter Collinson, Daghull Hammett, Samuel Dashiell y Mary Jane Hammett.

Me sentí muy contento, hasta que me di cuenta de algunas cosas: a) La vieja loca del MSN me estaba haciendo sentir un pendejo, b) La lectura de esas dos entradas del wiki no me decían gran cosa, c) Estaba aprendiendo cosas nuevas gracias a la desquiciada de internet y d) No tenía las más puta idea de que me quiso decir en su última conexión.

Después de leer y releer las entradas del wiki, se me iluminó el cerebro: ya que conocía el nombre de la peli podría buscar en youtube. ¿Qué tal si la orate de la web me daba algunas pistas por ese medio?

En youtube busqué primero en inglés: Maltese falcon.

La primera película de la lista era sobre un barco llamado así, la segunda ya trata sobre la película en cuestion: The Maltese Falcon - Let's Talk About the Black Bird.




Me dispuse a ver la escena, mi inglés no me permitió entender al cien por ciento los diálogos, así que decidí que no, esta no era una pista para un hispanohablante como yo.

Decídi buscar de nuevo, pero usando las palabra en español, 'halcón maltés'. Hice click en el primer video de la lista: Escena - "El Halcón Maltés" (1941). Inició y ¡EUREKA! ¡muchas cosas empezaron a tener sentido!



Lo primero que me llamó la atención es qué está doblada al español --eso de oir a un detective gringo hablar como baturro es insultante -- y ¡con subtítulos en español! ¡WTF! Al igual que la chava misteriosa, estas escenas traen un doble juego. Y, además, no hay coincidencia en lo que dicen los actores y lo que se muestran los subtítulos. Más signos de que todo en aquella hembrita del mensajero es falso como una moneda de tres pesos.

0:37: En los subtítulos (diferente a lo que dice la voz) Spade le dice a la dama misteriosa: "No es exactamente la clase de persona que finge ser, ¿verdad?"

Ella responde diciendo que no entiende y el detective dice, siempre en los subtítulos:

0:42: Esos modales de colegiala, ya sabe, ruborizarse, tartamudear y esas cosas.

A lo que ella contesta:

0:49: No he tenido una buena vida. He sido mala.

Aunque en el audio se escucha: "Desde luego no he sido una santa, más bién lo contrario"

¡No podía creerlo! Me parecía oir a la desquiciada. No era el tipo de persona que me decía por el MSN. No es una colegiala, es decir, ya debe estar ruca. Y ha sido medio facilona, medio destrampada. Medio puta.

A continuación hablan de un personaje que ambos conocen, y mencionan algo de un 'pájaro negro'. ¿Qué diablos será esa ave? ¿El halcón de la película?

Siguen hablando acerca de un ofrecimiento de lana por el pájaro. ¿Pájaro? ¿pajarraco que se apendeja? !claro! ¡es obvio! ¡Ella me conoce por Twitter! ¡Méndiga vieja, es una genio! Ella sabe que a ese servicio de la web 2.0 yo le llamo el pajarraco pendejo, por sus inestabilidad y todo mundo sabe que Twitter ahora no le deja un solo centavo a sus creadores, pero que en algún momento alguien los hará ricos al invertir en su proyecto.

Al final de la escena ella le pregunta que con que puede comprarlo si no es con dinero y él la besa. Eso es todo.

Ya tengo bastantes pistas:
  • No es quien aparenta, más bien, no es la clase de persona que aparenta.
  • No es muy joven.
  • Además de tenerme como amigo en MSN ella está inscrita en tuiter, debe ser alguien de mis 232 seguidores.
  • Tiene una cicatriz en la mano.
  • Tuvo problemas con una boda o un vestido de novia.
  • No es fresa ni ñoña, más bien liberal.
  • Es culta e inteligente.
  • Es una cabrona

Pero si no es quien aparenta ser, entonces debo pensar en lo contrario. ¡Puta madre, que complicado es esto!

Bueno, ya solo me resta ver quién o quienes de mis contactos tienen ese perfil.

En cuanto tenga dos o tres opciones me conectaré, la esperaré hasta la madrugada (pinche vieja desvelada) y la demostraré que que finalmente soy más listo que ella. ¡Se va a cagar del coraje!