domingo, 20 de marzo de 2011

Los sustitutos de los 50 de Fukushima

Excelentísimo Señor Embajador de Japón en México.
Presente:
Por este medio quiero hacerle partícipe de lo que sucedido en los días recientes con la cuenta de correo de la Embajada que usted atinadamente dirige:

El primer mensaje me llegó hace un par de días, el 16 de marzo de 2011:

"Estimado señor:
Mi nombre es Esteban. tengo 65 años y vivo en la ciudad de mexico.
Disculpe si esta carta esta mal escrita pero solo mi nieto de 10 años se animó a ayudarme.
Tengo 65 años. Soy jubilado de la secretaria de comunicaciones desde hace 5 años.
Acabo de ver en la tele que hay cincuenta japonesitos que van a morir en algun momento. Que la radioactividad los va a matar a todos. Que no descansan de hechar agua a los reactores para que no estalle todo el país.
Yo quiero ayudarles. Aqui ya nadie me necesita. Mire ya mi nieto de 10 años sabe estrar a internet. yo a mis 65 años ya no entiendo que tanto hace Juanito tantas horas metido en eso.
Quiero que por favor me acepte para sustituir al primero que se muera, o al último. Si me llevan a Fukushima yo me apunto para seguir echando agua.
Por favor avísenme si me acepta. Debo encargar a Tomás, mi gato, con alguien. Creo que la vecina de arriba lo aceptará.
Mi hijo dice que estoy loco, mi nuera nomás se ríe. Sólo Juanito me entiende y me apoya.
Si acaso me llevan a Fukushima me permitiran que mi muerte futura no sea en vano.
Prefiero eso a morir en medio de una balacera o de viejo en mi cuarto de la azotea.
Vivo en Monterrey. Quiero morir en japon.
Gracias
Sr Esteban"

Luego llegaron dos más. Un mail de un homosexual de 43 años con sida en categoría C y otro de una mujer con un cáncer en el pancreas en Estadio III. Los dos se ofrecían como voluntarios para sustituir a los llamados "50 de Fukushima".
Pronto mi correo de la embajada de Japón en la ciudad de México empezó a recibir más mensajes en el mismo tenor. La mayoría eran de personas que habían sido desahuciadas, pero había casos que no acabo de comprender.

Uno de ellos es de un padre católico, de 28 años, que me exigía un lugar pues "Jesús me indicó, en un visión divina durante mis rezos matutinos, que mi misión era salvar esas vidas sin obligarlos a renegar de su religión original, sin prescindir de sus dioses locales".

Otro es un profesor universitario, soltero y ateo, que "harto de esperar la llegada de la etapa racional y objetiva de la nueva sociedad" prefería luchar, de frente y en serio, sobre la única amenaza real a su confortable y falsa vida cotidiana.

No faltaban los desequilibrados que preferían adelantar su muerte "ante la inminencia del fin de mundo. Mejor morir por una causa justa que ante el cataclismo que los sabios mayas predijeron. Prefiero decidir yo el momento de mi muerte y no sufrir, como lo hago ahora, pensando que no llegaremos al 2013”.

Otro más de un par de jóvenes en situación de calle que desde un café internet me pedían “dos lugarcitos para Fucuchima, no sea malo. Yastamos artos de vivir en la entrada del metro. queremos morir siendo heroes, mostrarle a todos que tambien tenemos corazon y que no somos una mierda de personas. andele, por favorcito”.

Incluso una mujer de 32 años me pidió “un lugar, si es que queda alguno, pues mi vida ya no vale nada después de que ese cabrón me engañó en mis narices. La única manera de mostrarle cuánto lo quiero es que se entere que moriré porque el faltó a nuestro pacto de amor y que no encontrará a nadie, nunca, igual a mí”.

Un completo nerd desquiciado me prometía “si me consigue el boleto tuitearé, cada vez que sea posible, las fotos y los comentarios acerca de lo k esté sucediendo junto al reactor. No voy a descuidar la chamba, soĺo quiero que mis followers, a los que me debo, sean los primeros en enterarse de la realidad. No lo hago para llegar a 10,000 seguidores, sólo me mueve mi deuda a las redes sociales que llenan mi vida de sentido. A los trolls que han pedido que me busque una vida les quiero decir, desde Fukushima, que fuí más allá: que me he buscado y encontrado una muerte digna. Putos”.

Desde luego, a nadie le envié acuse de recibo, y mucho menos les prometí tomar en serio sus propuestas.

Por lo anterior, y con el ánimo dispuesto para seguir sirviendo a Japón, me ofrezco como voluntario para sustituir a alguno de los 50 valientes que están ofrendando su vida por su páis y el mundo.

Atentamente
Pedro Perez L.
Ingeniero en Sistemas Computacionales