sábado, 20 de febrero de 2010

Gracias Eliza

-- Hay días en que después de hablarles o escribirles me invade una sensación de vacío.

-- ¿Hablarles o escribirles a quién? ¿A nosotros?

-- Sip

-- O sea, ¿cuando no recibes respuestas?

-- No, el no recibir respuesta no es el problema. Si nadie me contesta de inmediato simplemente pienso que nadie hizo caso de mi mensaje o que escribí ese post en las horas en que la mayoría duerme. Yo escribo a partir de las una de la mañana, ya lo sabes.

-- Sí, eres una ave nocturna, una rara avis diría yo. Así que esa sensación de vacío, la sientes al escribir. ¿No será la certeza de la inutilidad de dirigirte a una pantalla, a una maquina? Tal vez sea mejor que ese mensaje, esa idea, ese reclamo lo hagas frente a un rostro humano. Los gestos, la expresión que provoques en el otro seguramente provocará que te sientas escuchada y comprendida.

-- No lo creo. Si duermo todo el día es para evitar ver esas caras; para poder concentrarme en mí misma y leer, escuchar música y poner en papel mis más hondos pensamientos. Los rostros me distraen, me hacen pensar en todos y cada uno de los rostros que he visto en mi vida: en la calle, en el autobús, en el cine, en todos lados. Los rostros mientes, cambian, no dicen mucho de sus dueños. Creo más en las manos, en su forma y movimientos. Me dicen más que unos ojos o una bocas. La gente no miente con las manos. Conozco más a la gente si veo sus manos cuando hablan, o incluso mi conocimiento de ellos es más profundo viendo lo que dicen en la red. Prefiero leerlos que escucharlos o ver sus caras.

-- Sin embargo me has platicado que en algunas reuniones pareces disfrutar de la compañía de tus amigos. No te percibo como una persona que evite del todo el contacto humano.

-- ¡Claro que no! El contacto con la gente me es indispensable. Convivir de vez en cuando con la gente es bueno. El poder hablar con alguien es divertido. La gente suele pensar, decir cosas con sentido; bueno, casi todos ellos. La gente me da opiniones sobre mí, sobre mi vida, me dice cosas acerca de mí que en las cuales no había reparado. Con la gente puedo hacer el amor. No podría vivir sin sexo. Necesito tener sexo al menos una vez cada mes. El sexo me interesa mucho. La gente, los hombres, son fabulosos para el sexo.

-- ¿Y tu le das algo a esa gente? Digo, algo más que algunos posts en Twitter o Facebook, o algunos mails que seguramente mandas.

-- Si, a algunos hombres les gusta tener sexo conmigo. Incluso alguna mujeres me lo han pedido, pero no me interesa. Me gustan los penes. Me gusta que un macho me acaricie, me penetre. ¿Qué le doy a la gente? Mi opinión. Les recomiendo libros, critico los libros que han leído. En ocasiones escucho la música de la gente y aprendo. Y me da gusto y se los digo. Y les gusta que alguien comparta sus gustos. Eso le doy a la gente. La gente, en la vida real y en la red, quiere saber que existe alguien, del otro lado del mundo, a veces un total desconocido, a quien les guste la misma música. Que exista alguien que vibre con la misma canción, con el mismo poema, con la misma fotografía. Saber que tenemos algo en común con alguien nos llena de alegría, nos hace sentir acompañados. Hasta puede darle sentido a una vida completa.

-- ¿Y el amor? ¿No llenaría ese vacío un poco de amor? Digo, un amor de pareja, un hombre.

-- Si, pero el amor es efímero. Cuándo inicio una relación, y he tenido más de una, siempre tengo la certeza de su fin, de que acabará algún día, de su débil realidad. Sé que no será eterno, que acabará dejando un vacio también. No puedo enamorarme cada día, ni pensar en el amor cada segundo en que permanezco despierta. En cambio el tener quinientos o más amigos en la red es como exponerte a una brisa de cariño, a veces de amor, por muy efímero o mínísculo que pueda parecer. La suma de todos esos amores atómicos puede ser mayor que un amor de novela rosa.

-- ¿Y al escribir? ¿Al escribir fuera de la red también sientes ese vacío?

-- No, bueno sí, pero de manera diferente. Cuando se escribe literatura, o algo realmente extenso, uno no espera una respuesta inmediata. Incluso a veces no estoy segura de que ese poema, de que ese cuento será leído o comprendido por alguien. El vacio se siente por el hecho de haber sacado algo del alma, del cerebro. Algo que teníamos que decir, que era necesario poner por escrito para entenderlo o exorcisarlo. Es un vacio bueno.

-- ¿Y con los mails?

-- Tampoco. El vacío llega de manera diferente, es de otro tipo. Ese vacío lo siento cuando refresco mi correo y no tengo ningún mensaje nuevo. A veces hasta el spam me indica que estoy viva. Y cada vez me escribe menos gente a mi correo. Creo que todo mundo prefiere la inmediatez. Twitter y Facebook me gustan por esa razón. Incluso el hecho de leer mensajes que no viene dirigidos a mí me reconforta. Es común que escuche la música o vea los videos que no me tienen como destinataria: hasta he encontrado cosas interesantes en ese mar de basura, tedio y mal gusto. He pasado horas picando la tecla que refresca mi correo. Es una manera de solicitar atención, casi de pedir auxilio. ¿Estaré enferma?

-- Sonia, lo siento, tu tiempo de ha acabado. Son las cuatro horas del 27 de marzo de 2013. Tu saldo actual es de dos mil ochocientos diez pesos, la sesión actual tuvo en cargo de quinientos cuarenta y tres pesos. Gracias por usar el sistema de ciberterapia en tiempo real. Sabes que NO puedes llamarnos antes de 48 horas, aunque puedes feisbuquearme o tuitearme una vez al día. Recuerda tener contacto directo y real con humanos al menos una vez al día. Adiós.

-- Bye Eliza, gracias.