jueves, 29 de noviembre de 2007

Ultima noción de Laura


Usted Martín Santomé no sabe
cómo querría tener yo ahora
todo el tiempo del mundo para quererlo
pero no voy a convocarlo junto a mí
ya que aún en el caso de que no estuviera
toda muriéndome
entonces moriría
sólo de aproximarme a su tristeza.


Usted Martín Santomé no sabe
cuánto he luchado por seguir viviendo
cómo he querido vivir para vivirlo
porque me estoy muriendo, Santomé.


Usted, claro, no sabe
ya que nunca se lo he dicho
ni siquiera
en esas noches en que usted me descubre
con sus manos incrédulas y libres
usted no sabe cómo yo valoro
su sencillo coraje de quererme.


Usted Martín Santomé no sabe
y sé que no lo sabe
porque he visto sus ojos
despejando
la incógnita del miedo.


No sabe que no es viejo
que no podría serlo
en todo caso allá usted con sus años
yo estoy segura de quererlo así.


Usted Martín Santomé no sabe
qué bien, que lindo dice Avellaneda
de algún modo ha inventado
mi nombre con su amor.


Usted es la respuesta que yo esperaba
a una pregunta que nunca he formulado
usted es mi hombre
y yo la que abandono
usted es mi hombre
y yo la que flaqueo


Usted Martín Santomé no sabe
al menos no lo sabe en esta espera
qué triste es ver cerrarse la alegría
sin previo aviso
de un brutal portazo.


Es raro
pero siento
que me voy alejando
de usted y de mí
que estábamos tan cerca
de mí y de usted.


Quizá porque vivir es eso
es estar cerca
y yo me estoy muriendo Santomé
no sabe usted
qué oscura
qué lejos
qué callada


Usted
Martín
Martín... ¿cómo era?
los nombres se me caen
yo misma me estoy cayendo


usted de todos modos
no sabe ni imagina
qué sola va a quedar
mi muerte
sin
su
vi
da.

Mario Benedetti

Bichito 010

Y te volví a llamar en la misma noche. Así de tanto me haces falta.

Y te leí un poema de Benedetti por teléfono.

Y te gustó.

Y recordamos a Laura Avellaneda y a Martín Santomé.

Y también que yo te presté el libro.

Y me preguntaste que porqué me había encontrado el poema.

Y que te respondo:


No es suficiente el tener a la mano lubricantes, preservativos o pastillas azules.

Sin un libro de Benedetti en el buró uno nunca puede estar listo para hacerle el amor a una mujer intensa, inteligente y tan linda como tú.

Hace muchas lunas que no te leía al oído. La distancia me obliga ahora a hacerlo por teléfono, sin el feedback de tus caricias o la vista de tu vellos erizándose al sentir mi cercanía.

Así que decidí que era imprescindible un poco de poesía para hacerte saber cuanto te amo, leyéndote Última noción de Laura.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

De mujeres y otros bichos (2)

Si, soy un cínico, pero hay mujeres que no tienen madre. Es decir, las mujeres son capaces de destruir a un hombre con una sonrisa en la boca, sin piedad, sin remordimientos, como si hubieran sido paridas por un glaciar.

Sin embargo son tan necesarias como la leche de la CONASUPO, como la mañana, como un trago a las nueve de la noche en una cantina de la Guerrero. Eso es lo más cabrón: las necesito, las adoro. Sin ellas yo sería un trazo de grafitti en la pared, un escupitajo en el aserrín de 'Los Recuerdos del Porvenir', la fétida cobija de un chavo de la calle.

Mis mujeres se han ido en paz, con el boleto de regreso abierto. Salvo excepciones.

Ella, Tania, escogió el peor momento para irse, y la peor manera. Era una bella mujer de veintiun años, con su sexualidad en crescendo, de la cual participaba yo en esas largas reuniones en hoteles cercanos a San Cosme, en 'la costera' de Tlalpan, en donde nos cogiera la calentura. Es difícil precisar quien poseía a quien. Quien era el amo y quien el esclavo. Quien decidía cuando y como. Yo rondaba los treinta, así que me sobraban anímos para seguirle el paso.

Me pude haber casado con ella. Así estuve de enamorado. Tal vez debí hacerlo, aunque a la larga ella hubiera sido la víctima de mis locuras, de mis necedades, de mi cinismo.

Nuestro poema favorito era 'Te amo' de Benedetti. Se lo decía bailando con ella, besándola, haciéndole el amor, durante el cariñito postcoital que nos encantaba. Juntos descubrimos a Sabines ("-Ayer estuve observando a los animales y me puse a pensar en ti. Las hembras son más tersas, más suaves y más dañinas. Antes de entregarse maltratan al macho, o huyen, se defienden ¿Por qué?"), juntos recitábamos sus versos tocándonos desnudos. Juntos gritábamos de amor al desfogarnos. Disjuntos nos iremos al infierno después de haber construido nuestro cielo --un cielo de interés social, pero nuestro -- en la misma tierra, pegado al asfalto, cruzado por ejes viales y huérfano de segundos pisos en aquellos años entre los setentas y los ochentas.

Finalmente se fue. De mal manera. Se enamoró de otro cabrón. O al menos eso creí en ese momento. Les cuento.

Una tarde decidí darle la sorpresa e ir por ella a la escuela. La vi a lo lejos, en un puesto callejero, con su eterno compañero de estudio. Me acerqué a ellos y a poco metros noté que ella tenía su brazo rodeando su cintura. Su brazo se separó, bajo y le acarició las nalgas. Sí, ella le apretó las nalgas a él. Me acerqué. La llamé por su nombre. Volteó. Palideció. Me alejé sin decir una sola palabra.

Me llamó al día siguiente.

-- Quiero hablar contigo. Creo que debemos terminar esto como cuates.

Acudí a la cita. Ella fue al grano.

-- Sólo seguí tu filosofía: "Uno debe ser feliz a pesar de todo".

-- ¿Y nuestro amor?, ¿los catorce meses que llevamos juntos? ¿Tu primera vez? ¿Nuestra promesa de estar juntos toda la vida?

-- No seas ingenuo. Esas cosas las dice uno cuando está apendejado, con las hormonas hasta el tope. Eso ya pasó. La vida debe seguir.

-- Al menos dime que te da él que no te pueda dar yo. Se ve tan poca cosa ese cabrón.

-- Por favor no me preguntes eso.

-- Tengo derecho a hacerlo, quiero entender que nos pasó.

-- A ti no ta ha pasado nada. No eres tu, soy yo. Y por favor no insistas en tratar de entender.

-- No manches. Dime en que fallé. Al menos dime eso.

-- No, te haría daño. No te lo diré.

-- Por favor. Dímelo y te prometo no molestarte nunca más, pase lo que pase.

-- OK. Tu lo pediste. Es muy simple: es más hombre que tú. Mis orgasmos son diferentes, increibles, algo que no conocía. Además ...

No pude controlarlo, mi mano golpéo su mejilla. Su nariz empezó a sangrar. En lugar de lágrimas en mi rostro apareció un rictus que pretendía ser una sonrisa.

-- ¡Vete a la chingada! ¡Sí, el será poca cosa comparado contigo, ni siquiera sabe quien es Neruda, pero me coge como tu nunca lo hiciste!

La miré fijamente por algunos segundos y caminé hacia la nada con las manos metidas en los bolsillos.

Aquel cabrón la engañó con la empleada de la tortillería y eso causó el fin de su noviazgo.

Semanas después la descubrí semioculta en las cortinas de su ventana. Me seguíó con la mirada hasta que doblé la esquina. Lo siguió haciendo por más de tres meses.

La extrañé por varios años. Aun ahora la recuerdo, como si entre nosotros existiera un hilito de amor que se va adelgazando lentamente, pero que nunca acabará de romperse.

Y no, no las prefiero cabronas.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Las transformaciones de Moebious

Una maravilla. Gracias a Marco A. Pérez López de PCM por la liga.


martes, 20 de noviembre de 2007

No se por que te quiero

Me topé en la red con esta canción, la cual no conocía. La pongo aquí para compartir algo que me parece bello y digno de divulgarse.



NO SE POR QUE TE QUIERO


No sé por qué te quiero
será que tengo alma de bolero
tú siempre buscas lo que no tengo
te busco en todos y no te encuentro
digo tu nombre cuando no debo.

No sé por qué te quiero
si voy a tientas tú vas sin freno
te me apareces en los espejos
como una sombra de cuerpo entero,
yo me pellizco y no me lo creo.

Si no me hicieran falta tus besos
me tratarías mejor que a un perro
piensa que es libre porque anda suelto
mientras arrastras la soga al cuello.

Querer como te quiero
no va a caber en ningún bolero
te me desbordas dentro del pecho
me robas tantas horas de sueño
me miento tanto que me lo creo.

Si no me hicieran falta tus besos...

Querer como te quiero
no tiene nombre ni documentos
no tiene madre no tiene precio
soy hoja seca que arrastra el tiempo
medio feliz en medio del cielo.

lunes, 19 de noviembre de 2007

De mujeres y otros bichos (1)

Soy un cínico. No puedo mentir. Casi.

No soy capaz de decir

-- No, no estás engordando.

Ni siquiera un compasivo

-- Si, esa blusa oaxaqueña te sienta bien.

Casi todas se ven como indias mazahuas, lo cual no es necesariamente malo.

En los raros casos en que he mentido la zozobra hace presa de mí. Temo decir la verdad la próxima vez que me pregunten lo mismo, y que me caigan en la mentira.

En alguna ocasión, al llegar a una cita, encontré a mi pareja con una compañera de trabajo. Una morena en sus treintas, ligeramente pasada de peso, sin llegar a ser gorda o repulsiva. Sus labios eran carnosos y sus ojos negros, grandes y expresivos. Sus blancos dientes asomaban coquetos en cada sonrisa.

A los cinco minutos de conocerla, y sin que nadie pidiera mi opinión al respecto, de mi estúpida boca salio un sincero:

-- Estoy seguro que en la cama eres una máquina de sexo. La sensualidad brota por cada poro de tu cuerpo.

La amplia sonrisa que me dedicó en ese momento no pudo contrarrestar la mirada de mi pareja que, sentada a mi izquierda, anunciaba un futuro conflicto.

Soy un cínico. Prefiero serlo a engañar a alguien, sobre todo a una mujer. Estoy seguro que ellas prefieren saber, desde el principio, si tengo novia, si estoy casado o si sólo se trata de un encuentro de una noche. Probablemente se sienten con el poder de cambiar esa situación en caso de que yo valga la pena para ellas. Algunas lo han logrado. Bien por ellas. Su valentía y decisión las han hecho lograr tenerme por más tiempo, a veces de forma exclusiva. A veces sinceramente enamorado de ellas.

Al abordar a aquellas que presumen estar en sus veintes (aunque mis preferidas ahora son las de treinta y cinco) siempre las sitúo en la realidad: 42 años. Divorciado. Periodista. Lejos de ser un potentado. Poeta malo pero insistente. Derrochador de mi tiempo por tener casi siempre metidas las narices en libros de todo tipo. Tequilero. Rara vez un gañán. Aunque más de una me ha dicho que soy poco hombre o un patán sin remedio. Las entiendo, la idea de perderme las bloquea la memoria y las neuronas. Para mi todas ellas has sido una damas. No podría ser de otra manera, no hubieran permanecido junto a mí más de lo que tardo en despacharme una Sauza Blanco con limón, sal y sangrita.

Soy un cínico. Tanto que no podré mentir demasiado al escribir estas historias. A veces hasta usaré los nombres de ellas. Existen demasiadas Marías o Teresas o Lupitas como para que alguna de ella se sienta descobijada. De hecho, casi todas ellas han sido Marías, mis Marías.

N. B.: Esta serie es pura ficción, cuando mucho salpicada de alguna situación real. Los nombres usados pueden son reales (hay muchas Rosas, Lauras o Rocíos en la Ciudad de México. No todas tienen que ver conmigo y no soy tan cínico como el personaje central) pero usados en situaciones ajenas a ellas.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Calle Melancolía

A Alejandro G. Bedoya lo conocí hace cosa de cinco años. Ha colaborado conmigo en varias ocasiones. Algunas como programador de aplicaciones para web, en otra como diseñador de bases de datos y en una más como retratista. Él me hizo las fotos que usé en Match. Estoy convencido que su excelente trabajo me hizo ganar algunos puntos a la hora de conseguir contactos en ese lugar de citas y encuentros.
Hoy me comuniqué con él por MSN y me enteré que en YouTube podemos ver un ejemplo de su obra.



Felicidades Alex, haces buena mancuerna con Sabina.

Spotless / Muy profundo

Mi buen amigo Rodrigo Gallardo escribió un poema en inglés en su blog, al cual titula Spotless, el cual he traducido al español y nombrado Muy profundo.

Cervantes lo dijo muy claro:

«... y lo mesmo harán todos aquellos que los libros de verso quisieren volver en otra lengua: que, por mucho cuidado que pongan y habilidad que muestren, jamás llegarán al punto que ellos tienen en su primer nacimiento.»

así que seguramente traicionaré el espíritu de la obra original.

Muy profundo


Así que decidí sumergirme,
escarbar en mi mente, muy profundo;
hurgar en mi alma, sin temores;
buscar en mis cajones, sin descanso.

Y te busqué.
Repasé mis recuerdos sobre ti.
Recordé las cosas que decias
y tu rostro emergía de mi memoria

Jalé el hilo enmadejado
de mis pensamientos
y obtuve un mundo de emociones,
desecho por tu inacabable ausencia

Tuve que detener ese suplicio,
mantener tu recuerdos congelados
atarme al viento que te toca:
eso da razón a mi existencia.

jueves, 1 de noviembre de 2007

Calaveras para mis colegas


Carlos


Dicen que por tantas yerbas
Don Carlos anda agüitado
Pues no le cuadran las cuentas
y no le llegan los pagos

Google ya lo tiene harto
casi al borde de la tumba
pues no logra colocarse
en el top de los mercados


Paty


Con gusto el kernel compila
Open Office le fascina
todo Windows le fastidia
y su chat nunca lo olvida

Ya está harta de las yerbas
de vender las Transferencias
y en la tumba solo pide
que su flaco se le arrime

Jorge


Dicen que llegó al averno
con dos horas de retraso
que Sendmail no funcionaba
que el Apache se atoraba

Ya no quiere más consultas
Ya alucina al brasileño
Solo sueña con llegar
a dormir allá en su tumba

Isaac


Corre y corre por las calles
en busca de la chuleta
Don Isaac va a Iztapalapa
mientras Ray llora sus penas

Ya tienen su tumba lista
con Fedora y con Apache
nomás están esperando
que el sistema no responda


Tere


Tere ya tiene seguro
su lugarcito en el Cielo
con tantas almas que ayuda
a dejar el cementerio

Con muchas flores de Bach
ha hecho una mezcolanza
y a su tumba va feliz
meditando y sin tardanza

Ismael


De Texcoco lo corrieron
de Chapingo lo sacaron
pues Don Ismael no acertaba
a tener solo un trabajo

Ya le dió por vender tumbas,
ya se dedicó a las flores,
ya comerció con sus huesos
que asegura curan males

Raúl


Don Raúl no se aparece
ni en la noche ni en el día
es un fantasma muy raro
que asusta con tanto rollo

Su red va crece que crece
pero el dinero se esfuma
ya no sabe si vender
chochos, yerbas o aspirinas