domingo, 2 de diciembre de 2007

Por amor, por amor, por amor

Me precio de ser un ateo irredento, sin embargo hoy leí el evangelio por teléfono.

Hoy en la mañana Lala, mi novia, y yo fuimos a almorzar pancita y migas en las cercanías del Mercado de Beethoven, en Peralvillo, y después a comprar algunos materiales para hacer algunos regalos que daremos por la Navidad.

Enter otras cosas compró cuatro velas que le hacía falta para su corona de Adviento.

-- ¿Corona de Adviento? ¿Qué es eso? -- le pregunté.

-- Es un arreglo hecho con ramas, el cual lleva cuatro velas, uno por cada uno de los cuatro domingos previos a la Navidad. Hoy debo prender la primera de las velas, y leer el Evangelio del día.

Compró cuatro hermosas velas de cera con apariencia metálica y ya no hablamos más del asunto.

Horas después se fue a Metepec, después de regalarme un fabuloso fin de semana.

Al llamarla en la noche le pedí que me contara que había hecho con la corona.

-- Pues Anita y yo pusimos las velas en la corona que tenía guardada de navidades pasadas, pero no pudimos leer el Evangelio debido a que no sabemos cual toca hoy.

Le dije que me podría conectar a internet (aprovechando que ya tengo Infinitum en casa) para investigar cual era el Evangelio del día.

En pocos segundos puedo encontrar lo que buscaba:

1er. Domingo de Adviento, Año A | Mateo 24:37-44 | Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre

Lo cual le leí a Lala por teléfono.

-- ¡Fabuloso! -- me dijo --- ¿Tienes también el Evangelio?

-- No, pero si quieres te lo busco, no tardaré nada.

-- ...

-- Listo, ya lo tengo.

-- ¿Lo podrías leer? Voy a poner el auricular para que Anita lo escuche también, espera.

Y así fue como, por primera vez en mi vida, leí en voz alta un evangelio para alguien más.

Eso no puso en duda mi ateismo y estoy seguro que a Lala y a Anita no les importó que un agnóstico, por teléfono y con apoyo de la red, les permitiera completar su ceremonia que ya huele a Navidad.

Lo hice por amor y con todo el respeto que me merece su catolicismo.

2 comentarios:

Mauro dijo...

El amor mueve montañas, eh! :D

Que chido acto de tu parte.

Armida Leticia dijo...

Es verdad que por amor, aprendemos a hacer cosas que no nos gustan, a escuchar música que de entrada rechazamos, a intentar otras...¡Amor, amor, nada es peor, ni mejor!