Camina derechito
Ven mi amor
ven junto a mí
que tu linda boca quiero ver
ven conmigo y siéntate aquí
que tus lindos ojos quiero ver
Todo mundo habla de tu cara tan hermosa
pero nunca me la dejas ver
Ven mi amor camina derechito
camina derechito a donde estoy
...
Tuve que desnudar a decenas de mujeres para encontrarte.
Seguramente amaste a varios hombres antes de llegar a mis brazos.
Pero al fin estás aquí. A tiempo. Con tu sonrisa íntegra. Sin la carga generacional de la culpa. Lista para mí. Plena de amor.
Con esa soltura que fue el presagio de que se trataba de tí, la mujer prometida, la bien amada. La esperada.
No la adolescente frágil, no la niña temerosa en la entrega.
Ven, atraviesa el espacio que te separa de mí. Avanza hacia mí mostrando esa desnudez espléndida de tus treintas, con esa mirada posada en mis ojos, que promete volverme loco de pasión.
Acabemos con la espera. Demos inicio a la única razón de estar vivos. Celebremos nuestra existencia en este siglo, en este segundo, en este recóndito punto del Universo.
Lo único que tengo para darte es esta rosa roja de tallo largo. No hay nada mejor para una dama en plenitud, conciente de su poderío, de su real valor, de la certeza de sus pasos que cada vez te traen más cerca de mí.
Permite que la muerte deje de ser una preocupación para mí: te he encontrado.
Sigue caminando derechito, ya descubro el color azul de tus ojos. Ya distingo esas bellas pecas en tus senos. Ya tu cuerpo me habla con olores desconocidos pero esperados. Ya noto la hinchazón de tus pezones que presienten la cercanía de mis labios. Ya huelo la humedad de tu sexo. Ya mis manos podrían tocar tu pelo.
Ven siéntate aquí, permíteme grabar este momento antes de alcanzar la gloria de hacerte, finalmente, mía.