jueves, 8 de enero de 2009

Sensacional de labios. Lo Indecible

De adolescente aprendí de Carlos Fuentes que uno no debería poner límites a su propia escritura, que el acto de escribir debería asumirse con total libertad, sin tapujos, sin filtros estúpidos asociados a la moral en turno. Al menos eso recuerdo. Tal vez fue otro autor o varios de ellos. O quizá fue algo que he aprendido a los largo de los años.
Estoy por terminar la novela Tokio Blues de Haruki Nurakami y me encuentro con que él se atreve a decir cosas que seguro se nos han ocurrido a muchos de nosotros, y que hemos dejado en el teclado, sin atrevernos a ponerlas por escrito por vulgares, guarras, extrañas o por mostrar una parte nuestra que deseamos dejar mejor en la oscuridad.
Esta nueva etiqueta para mis entradas en el blog (Lo Indecible) señalará que lo escrito puede ofender a los puristas o provocar pensamientos indeseables en los lectores. Están advertidos.

Sensacional de labios


-- ¿Te gusta como te lo hago? -- me dijo al regresar junto a mi para abrazarme y pegar su húmedo cuerpo junto al mío.
-- Mucho, eres una experta.
-- ¿Te puedo pregunta algo?
-- Claro, pero recuerda que puedo negarme a responder si considero que estás por rebasar la frontera del no retorno.
-- Lo entiendo, sabes que puedes mandarme a la chingada y no decirme nada. Además ya lo has hecho más de una vez.
-- Más vale que quede claro -- le dije mientra tomaba un Marlboro y le daba un trago a la cuba de Bacardí que esperaba en mi buró.
-- ¿Es cierto que la forma de la boca, el grueso de los labios, puede provocar más placer al hacerlo oralmente?
Me encantaba la forma en que Florencia hacia esas preguntas. Parecían salir de la boca de una adolescente, pero sus labios carnosos, su gran boca, su estupenda técnica que me volvía loco desmentían esa primera impresión.
¿Era realmente una duda surgida en ese momento? ¿Alguno de sus amantes, actual o anterior, se lo había dicho para hacerla sentir bien? ¿Alguien añoraba, y se lo había comunicado, esa cavidad en la que vivía la traviesa lengua de mi amiga?
-- No se. --respondí con gran seriedad, exhalando el humo de mi cigarrillo -- Tendría que invitar a alguna de mis amigas, de labios delgados, para que hagamos una prueba experimental alternando entre ella y tú. En realidad ni cuenta me doy de lo que haces allá abajo. Sólo me llegan al cerebro sensaciones nuevas, maravillosas, indescriptibles. No se si es tu lengua, tus labios, tus dedos, la palma de tu mano lo que estás usando, ni donde exactamente se encuentran. Habría que filmarlo todo, con las dos mamadoras de Indias, y analizarlo con todo cuidado.
Aunque esperaba el golpe no pude evitar que la pesada almohada me lastimara el pómulo y en ojo izquierdos.
-- ¡Cabrón! ¡Te aprovechas porque te adoro!-- me siguió golpeando Florencia mientras reía como desquiciada.
La abracé, sumándome a la algarabía de sus risas. Rodamos por la King Size y finalmente la tumbe de espaldas, la penetré e hicimos el amor, desaforadamente, por tercera vez en esa tarde.
Al final le prometí que la próxima vez pondría mas atención al accionar de sus hermosos y sensacionales labios.

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