jueves, 26 de julio de 2007

Subespecies: El tubo es su vida

Etología

Entendida como el estudio biológico del origen y evolución de la conducta animal en su ambiente natural; connota aspectos fisiológicos, ecológicos y comparativos. Este estudio implica una metodología observacional y en consecuencia, tiene mucho de ciencia interdisciplinar en la que interactúan la biología, la zoología, la psicología animal, la antropología, la primatología, la ecología, la neurobiología, la genética y por supuesto la teoría de la evolución. Favoreciendo de esta manera una perspectiva holística que incluya al hombre y los animales como partes integrantes de un mismo continuum.

Uno de los principios fundamentales de la etología es que la conducta, al igual que cualquier otra característica de los seres vivos, es el fruto de la evolución y ha sido por tanto modificada por la selección natural.

Bajo esos principios inicio mis observaciones sobre algunas subespecies que habitan en la zona metropolitana de la Ciudad de México.

Amantes del tubo

Los miembros de esta subespecie se encuentran normalmente en los vagones del metro. Su habitat específico está constituído fundamentamente por dos áreas:
  • Las agarraderas que se encuentran en las proximidades de las puertas de acceso a los vagones y
  • Los tubos verticales dispuestos en los pasillos de los vagones.
Su característica principal es su tendencia a aferrarse a las agarraderas y tubos como si en ello les fuera la vida, con lo cual ocasionan varios cambios en la ecología de su habitat. Los adminículos de sujección que se encuentran en el sistema de transporte colectivo fueron diseñados para que muchas personas hicieran uso de ellos al mismo tiempo. Sin embargo, la subespecie bajo estudio acapara su uso al abrazarse a ellos, evitando que otros gocen de este servicio.
Es probable que esta subespecie tenga cancelada la capacidad de pensar en los demás, de compartir el habitat con sus congéneres y otras especies y subespecies que hacen uso del Metro.
Algunos estudiosos proponen que en cada tren exista un vagón de reentrenamiento que sólo cuente con una cantidad limitada de tubos verticales, sin asientos o tubos horizontales. Un veterinario entrenado se encargaría de recorrer los vagones normales y de llevar a los especímenes que detecte al vagón de reentrenamiento.
En este vagón existiría sólo un tubo por cada 20 especímenes, el cual, además, emitiría una descarga eléctrica de 60 Volts cada 30 segundos si los sensores detectan que el área de contacto por especimen es superior al 20% del área promedio de una palma de la mano. Los expertos suponen que hasta un 33% de esta subespecie podría cambiar su comportaniento anómalo.
Algunos investigadores ortodoxos han exigido que esta tecnología (los sensores y la descarga eléctrica) sea implementada de inmediato en todos los vagones pues consideran onerosa la intentiva de rehabilitar a los miembros de esta subespecie. La propuesta ha llegado incluso al escritorio de Marcelo, quien la ha archivado en espera de un mejor momento político.
Se han reportado casos en que estos individuos pueden dejar de abrazar el tubo o la agarradera si al menos tres pasajeros los ven a los ojos por más de 73.5 segundos, pero los datos de este estudio no muestran diferencias significativas, y se argumenta además que el IQ de esta subespecie no da para tanto.

2 comentarios:

Armida Leticia dijo...

Los chaparritos tenemos que "pegarnos" al tubo.

Anónimo dijo...

k loko mera no es lo k nesecito grax pero no