viernes, 8 de junio de 2007

Bichito: Introducción

En 1976 Jorge Enrique Adoum publicó una novela deliciosa y extraña que devoramos y adoramos casi todos mis amigos cercanos de esa época: Gloria Soto, Rafael Fernández, Jorge Martínez Peniche, Carlos Castañeda (mi gran maestro de la vida), etc.: Entre Marx y una mujer desnuda. Les recomiendo la entrevista que le hizo Aida Toledo de la Universidad de Alabama acerca de esta novela. En esa obra, tal como le explica Adoum en la entrevista, aparecen varios recuadros en los márgenes de la obra en donde aparece un personaje llamado Bichito


AT: Para mi Bichito es una de las partes más misteriosas de su novela, podría hablarme un poco acerca de este personaje?

JEA: Existió, durante la escritura de Entre Marx…, pero quedó al margen del libro (por eso sólo aparece en notas mínimas en los márgenes de algunas páginas). La mataron los militares argentinos. Es el personaje central de Ciudad sin ángel, también publicada en México, pero aún allí Bichito es, en cierto modo, el personaje que no está y encarna la presencia feroz de la ausencia.

Ya usé la idea de los Bichitos en una revista que dirigí en la FESC UNAM llamada ConCiencia --con temas de Química y educación--, en la cual aparecían tambien los recuadros con bichitos numerados, y dentro del recuadro alguna frase célebre, algún pensamiento, algo digno de anotarse es ese espacio.

Pues bien, los Bichitos reaparecen en este blog. Trataré de mantener una línea en su contenido: textos cortos sobre el amor y las relaciones amorosas.

Esta entrada del blog no es un Bichito es simplemente la explicación de algo que vendrá en el futuro, además de ser una remembranza de Adoum, que adicionalmente escribe poesía:

IT WAS THE LARK, BICHITO, NO NIGHTINGALE*


No es fácil injertarse en ti, ísima mía.
Me doy cuenta de que fue risa y no tos
lo que te dije, y debo despensar las cosas
que puse en tu silencio, y salir de tus bocas de
y dejarte, mitad sola, gastada por mis vellos.
Es el día consuetudinario, conozco su censura.
Se diría que el agua usada del llanto desbordara
de anteojos, baúles, bodegas, por mi culpa,
que todas las guerras que pacen amarradas
se fueran galopando a comer, solo porque
me olvidé de sufrir anoche, y fuera el centinela,
o me hubiera ido a volver, descuidando la tierra.

No es fácil ser feliz: primero, no nos dejan
y, quién sabe, será también la falta de costumbre
o tal vez haya que aprender, pero cómo, desterrado.

Metí amor en esa habitación de cejijunto,
en esta sólida soledad que debo hacer a un lado
pues no cabemos ya los dos al mismo tiempo,
mas parece que hubiera que aguantar toda la vida,
hacer cola en el mundo, esperar que los demás
pasen primero a casarse o comer o a sus negocios,
para empezar a vivir sin sentirse culpable,
conmutándome a tu lado la pena de durar.

* “It was de lark, the herald of the morn, no nightingale”
de la escena quinta del acto tercero de Romeo y Julieta,
de Shakespeare.


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