viernes, 29 de junio de 2007

De amor y otras miserias

Ulises Paniagua colaboró de manera involuntaria con un par de líneas para un poemita mío. Y no sólo eso, me autorizó a publicar algo de su autoría, así que aquí les dejo una muestra de su talento:

Los hombres y mujeres o bien se devoran rápidamente en eso que se llama el acto del amor, o bien se crean el compromiso de una larga costumbre a dúo. Entre estos dos extremos no hay término medio. Eso tampoco es original.”


Albert Camus.



Hay que hablar de amor y deseo mientras nos queden labios con que besar…”



I.



Después de todo sólo se trata de la carne, de los amorosos territorios;

de esa fiebre incesante con que los cuerpos se revuelcan en la tumba.

Después de todo sólo se trata del amor como una gran estafa,

el demonio desnudo que ronda la húmeda costra de la sábana

-hormiga inarticulada con fatiga de insomnio-


Quizá, en los recovecos urbanos donde asoman la timidez y el prejuicio,

en las noches plenilunares sin sortilegios y sin ruido

convoquemos urgentes el placer solitario, callado y milagroso,

ese sueño que todos soñamos -¿quién lo sabe?

(Ayer compré un poema en avenida Reforma;

me sorprendió su sabor a pornografía profana;

el orgasmógrafo matutino llamó a toque de queda;

tuve que correr para fustigar el suceso)…


Tal vez sea sencilla cercanía, proximidad de vahídos en combate de cuerpos,

crucigrama de pieles cicatrizadas a fuerza de besos -incógnitos mapas que conducen al alba-)

perfume que descuidamos en las batallas;

un hombre, una mujer, un ángel compartido…

tal vez:

ese león insatisfecho que habita entre los muslos,

ese pretexto necio y necesario de compartir cama,

esa pinche y persistente necesidad de olvido.


Ulises Paniagua

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