miércoles, 23 de abril de 2008

Algo más que una michelada

Entraron al elegante salón del hotel de moda en la colonia Condesa.

Ambos caminaban inseguros, sintiéndose incómodos en un ambiente ajeno a ellos. Pero una invitación de esas no se podía rechazar. Jorge estaba ascendiendo como visitador médico y tendrían que adaptarse a ese tipo de eventos.

Al menos su vestimenta no desentonaba con la de los demás asistentes: el traje negro de él, comprado en Suburbia y el trajecito sastre de ella, una oferta de Zara, siempre los sacaban de apuros.

Un mesero los llevó a un pequeña mesa. Tomó la silla y amablemente la invitó a tomar asiento. 'Este si es un caballero' pensó Margarita. Jorge no hacia eso desde que eran novios.

Otro mesero se acercó, solícito, con una carta de vinos y licores.

Ella, temerosa de tantos nombres en francés e italiano, decidió pedir algo sencillo, algo que no fuera el clásico ron blanco o la michelada de todos los viernes, así que se aventuró a pedir un cóctel preparado:

-- Por favor, a mi me trae un Black and Decker, con poco hielo.

No hay comentarios: