viernes, 30 de mayo de 2008

La historia interminable

Armida me invito a participar en algo parecido a un cadaver exquisito, pero con blogueros y en blogs.

Yo he invitado a Rubén Marrero y me ha sido imposible conseguir al segundo contacto.

Estas son las reglas del juego:

1.Cada persona pondrá el nombre de su blog delante de sus frases.
2. Enviará la historia a dos personas.
3. Las siguientes personas, al copiar el post, borrarán las direcciones de blog puestas, harán sus líneas y se las mandarán a otras dos, así sucesivamente.
4. No se puede devolver el post a la persona que te lo envió.
5. Y si te vuelve a tocar, no se la puedes enviar a la misma persona que se la enviaste
6. El blog número 100 terminará la historia y se la mandará al email leinad19xico@hotmail.com.
7. La persona a la que avises de que es la siguiente, sólo tiene un día para coger el relevo, si en un día no lo ha hecho no vale, y se lo tienes que comunicar y cambiar de blog.Si esto sale bien, durará un máximo de 100 días y serán unas 1000 frases. El responsable de la idea es http://www.melees.blogspot.com/


Éste es el relato:

LA HISTORIA INTERMINABLE

Era impensable, no me lo podía creer, mi mente daba vueltas una y otra vez y no conseguía ser consciente de lo que había pasado, ya no había vuelta atrás, era todo tan confuso.Miré durante unos instantes el martillo ensangrentado, lo envolví en un paño que encontré en el primer cajón de la cómoda y lo escondí en el fondo del armario. A los tres minutos me encontraba en la calle, necesitaba airearme, pensar...En aquellos momentos mi mente aún no estaba preparada para ello... el aire gélido de la mañana cortaba mi rostro como un cuchillo acerado, aún sentía en mi pecho el ritmo acelerado de mi corazón sobresaltado por los espeluznantes hechos que había, en fracciones de segundo, vivido... Aún no podía explicarme cómo demonios había llegado el martillo hasta mis manos y porqué reaccioné de la forma tan brutal como lo hice... Sólo sé que había acabado todo, que era el fin de mi tortura y el comienzo de una vida mejor.Por primera vez, me sentí libre. Había logrado lo que estaba deseando hace mucho tiempo. ¿O realmente yo no lo había deseado nunca? Solamente las circunstancias me habían hecho llegar a aquel extremo en el que me encontraba.No, seguro que detrás de todo aquello había una fuerza misteriosa que me apoyaba. La pregunta era ¿Por que? Sacudí la cabeza.No me debía engañar por mas tiempo, no, yo ya se mi verdad, pero al estar dormitando tantos segundos de mi vida me va a costar despedazarla. Tal vez, la bruja de mi suegra no merecía brecha de tales dimensiones en su cráneo. Sin embargo, por una vez, creía haber hecho lo correcto.Por otra parte si yo no la hubiese atacado a ella quizás ahora sería yo la víctima. Porqué a decir verdad la relación con mi suegra siempre había sido de amor-odio. Pero ya había pasado todo y no era hora de pensar en "si hubiera sido de otra forma". Ahora tenía que explicarle a mi pequeña hija Andrea que ya no vería más a su malvada y querida abuelita.Sentí un ruido lejano, parecían las agujas de un reloj y esto hizo que me sobresaltara. Estaba un poco aturdida, ¿se trataba sólo de un mal sueño? Me dirigí al último cajón donde creía haberlo guardado y toqué algo frío y húmedo. Algo extrañamente húmedo en un cajón. Retiré la mano instantáneamente, me asusté, aquel objeto no me resultaba familiar, pero la duda me carcomía por dentro. La eterna lucha entre la curiosidad y la prudencia, pues yo, en el fondo, sabía que debería cerrar ese cajón para siempre y olvidarme de lo que había tocado, pero no fui capaz de resistirme y volví a introducir temblorosamente la mano. Mientras cientos de instantes paseaban fugazmente por mi cabeza, pensé que lo tenía todo embrollado, estaba perdida. Me había metido en un montón de negocios insensatos en lugar de pensarlos despacio y con método. Las facturas de los gastos de mi propia casa y de mis aventuras en el juego se acumulaban hasta el infinito.........Suspiré y me dispuse a esconder todos los rastros de mi acto. He de limpiarlo todo antes de que lleguen mi marido y mi hijo. Arrastré el cadáver hacia la bañera de la planta de abajo. Una sonrisa fugaz asomó en mi rostro cuando pensé que, a pesar de que tenía a mi suegra por una cabeza dura, su cráneo se rompió con bastante facilidad. Supongo que casi cualquier cosa se rompería con facilidad con un martillo de acero tan pesado.Lo primero era decidir que hacer con el cadáver, tenía varias opciones para deshacerme del cuerpo, pero debía pensar con calma, cuál sería la que contaba con menos posibilidades de no ser descubierta por la policía. También debía buscarme una coartada, mi suegra estaba de visita y muchos familiares lo sabían. Pero lo primero es lo primero, hacerla desaparecer.Barajando varias posibilidades, al final he decidido descuartizarla en la bañera, para después tirar sus restos en varios contenedores, para ello me iré a otra ciudad y puede que a otra provincia, tengo que echarlos a los de basura orgánica y la trituradoras de basura harán el resto. Creo que esa es la mejor solución por ahora.Pero, ¡mierda!, ¿cómo coño iba a descuartizarla si no tenía ninguna sierra? Afortunadamente, una bombillita iluminó mi azorado cerebro. Fui corriendo hasta la cocina y rebusqué en uno de los armarios. ¡Bingo! Siempre supe que los cuchillos de la Teletienda acabarían por servirme para algo. Ahora sólo faltaba comprobar si realmente eran capaces de cortar cualquier cosa, como afirmaba muy ufano el chinito que los anunciaba. Volví al cuarto de baño con mis instrumentos de trabajo y comencé la ardua y repugnante tarea. Con paciencia y esmero, con una exactitud pasmosa gracias a un interesante libro forense de un familiar, empecé a despedazar la rodilla. Introduje el punzante objeto contundentemente, el carnicero lo hacía, y no parecía muy difícil.Tras varios cortes, me sorprendida por la frialdad de mis actos, mis ojos se centraron en la sangre que todo lo inundaba y por primera vez fui realmente consciente de lo que estaba haciendo. Giré la cabeza hacia el inodoro y vomité. Sin poder mirar la bañera me senté en el suelo a llorar.
Las gotas de agua mezcladas de sal despegaban la sangre de mis brazos, como un rayo en plena tormenta tuve claro que no había vuelta atrás, mi familia debía seguir pensando lo que pensaba de mi así que con el saco de las patatas que se había empeñado en hacer que le trajéramos de la aldea la envolví y me dirigí al acantilado que escarpado vigilaba el Cabo Cernuda a veinte km. del chalet. Estaba a punto de doblar la última curva cuando una patrulla de control de tráfico me paró:
- Buenas tardes, control de alcoholemia...
¡No puede ser, el maldito alcoholímetro!, casi grité aterrada, ¡no debí tomar esa copa de cognac!, pero... la necesitaba, para darme valor... todo empezaba a complicarse, debía pensar en algo rápido, ¡piensa Catalina, piensa...! , me decía a mi misma...

http://randrade.com.mx

Bajé sin una idea clara de lo que debería hacer. La cabeza me daba vueltas. Mil ideas asaltaban mi febril cabeza. Si el policía me exigía que le mostrara lo que traía en el asiento trasero vería que no se trataba sólo de un saco de patatas: esos tubérculos no suelen derramar un líquido denso y de color vino tinto, como el que escurría ya por el asiento. Lo tuve que hacer:

-- Buenas noches oficial, que bueno que están cuidando a los ciudadanos. Nosotros, los integrantes del congreso local lo tomaremos en cuenta para el presupuesto de sus aumentos, el próximo trimestre.

Abrí mi bolso y le mostre una placa en donde se leía Dra .Catalina Fuentes de Cortázar, Diputada Local por el Partido Único Democrático.

El oficial miró la placa, se quitó el gorro y se rascó la cabeza, preocupado:

-- A sus órdenes Doctora Fuentes ¿Le puedo servir en algo? ¿Qué hace tan tarde por esta zona?

-- Las labores legislativas nunca se detienen. Haga bien su trabajo que yo haré mejor el mío. Buenas noches.

Volví al asiento del vehículo, respiré tranquila, puse en marcha el vehículo y avancé.

Me relajé al dejar de mirar por el espejo retrovisor las luces rojas y azules de la patrulla.

Casí al llegar al acantilado, en donde me desharía del saco, hundí el pie en el freno. ¡No era posible, el freno no respondía!

¿Cómo continuará esta historia?

1 comentario:

Armida Leticia dijo...

¡¡Genial!! Eso de Dra. Catalina, me encantó!!!